Almanza planta un “brote verde” en la ‘España vacía’ al triplicar en cuatro años el número de alumnos

El colegio de Almanza cuenta con tres aulas y el alcalde espera poder solicitar la cuarta para el próximo curso.

César Fernández

“Estudia para irte del pueblo”, le decían de niño al actual alcalde de Almanza, Javier Santiago Velez. Ha sido ahora paradójicamente la oferta educativa (aunque en sus primeras etapas) una de las claves de un insospechado repunte de la población joven en la villa del Cea, en el corazón de una provincia que es ejemplo recurrente de lo que se ha convenido en denominar la 'España vacía'. El resultado se escribe en números redondos: en apenas cuatro años se ha triplicado el número de niños escolarizados (entre la guardería y el colegio) al pasar de 12 en 2015 a 36 en 2019.

Eduardo Diez hizo caso a los consejos y se marchó fuera a estudiar. Al mismo tiempo que conseguía el título de ingeniero industrial, prácticamente se resignaba a despedirse de Almanza. “No pensé nunca en trabajar en mi pueblo de ingeniero. Me costaba incluso imaginar que pudiera trabajar en León”, admite ahora que ha regresado a su localidad natal para aceptar una oferta laboral en la instalación de un aserradero y una fábrica de pellets. “No me lo pensé. Era lo que yo quería”, reconoce.

Ignacio Pérez 'Nacho' encontró en la guardería y el colegio de Almanza una de las mejores recetas para mejorar sus habilidades comunicativas por tener acceso a logopedas. Convivir con una treintena de niños ha hecho el resto. “La gran ventaja es que en un pueblo se dan relaciones más personales que en una ciudad. Antes él hablaba muy poco. Y de un año para acá está irreconocible”, dice su padre, Hugo Pérez Hernáiz, un venezolano que encontró en esta localidad leonesa (tras haber pasado por Bilbao y Barcelona en los años más duros de la crisis económica) un lugar para vivir... y también para trabajar como traductor de libros. “Sólo necesito una conexión a internet. Puedo permitirme el lujo de trabajar aquí”, reconoce.

El almeriense Juan Francisco Rodríguez llevaba tiempo buscando trasladarse a un pueblo. Fue el propio alcalde el que contactó con él cuando ya miraba otras opciones en la provincia de Soria. “Aquí no puedes pensar en trabajar en una fábrica, sino en lo que tú puedes aportar a la zona”, dice Rodríguez, que explora las posibilidades del brezo. El resto lo hizo en este caso el entorno privilegiado, a tiro de piedra de los Picos de Europa. Y ya ejerce de efecto arrastre: unos amigos se trasladaron hace un par de meses y un hermano, hace apenas una semana. Almanza está de moda.

Un asentamiento que resultó providencial

Claro que la historia podría haber sido bien distinta. Santiago Velez acababa de aterrizar en la Alcaldía en junio de 2015 cuando tuvo que enfrentarse a una situación crítica. Con apenas nueve preinscripciones, la continuidad del colegio se tambaleaba. El asentamiento de una familia de origen marroquí resultó providencial. El curso comenzó con dos aulas y 12 matrículas, las mismas que tenía cuatro años antes. Cuatro años después, la guardería se ha sumado a las tres aulas del colegio para redondear los 36 alumnos. Y el regidor espera alcanzar para el próximo año los 38 en el colegio para solicitar la cuarta aula.

El incremento de matrículas es consecuencia pero también causa en un combinado de factores que explican el incremento de población joven en el contexto de una provincia cada vez más envejecida. Hasta el 40% de la residente en Almanza tiene menos de 45 años de edad, subraya el regidor al aludir tanto al asentamiento de población autóctona como a la rebotada de otros lugares y la resultante de una nueva vuelta de tuerca al fenómeno del neorruralismo (o desplazamiento de las ciudades a los pueblos). El alcalde es consciente de la necesidad de afrontar el reto demográfico bajo los pilares del empleo, la vivienda y los servicios.

Así, el municipio huye del monocultivo con una oferta laboral variada que va de lo forestal a lo turístico, al tiempo que modifica las normas urbanísticas para crear una bolsa de suelo industrial que pueda dar respuesta a las demandas de instalación de hasta 14 empresas; plantea a la Junta de Castilla y León la concesión de una promoción de diez viviendas públicas de alquiler; y ofrece servicios como la guardería al precio simbólico de un euro al mes. “Son un conjunto de factores: empleo, casas, servicios y vida”, resume el regidor, satisfecho por la organización de un evento de calado al mes para servir de reclamo y poder mantener abiertos cuatro bares y asentar un apreciable sector turístico en torno a las cerca de 15.000 visitas al año.

“Las ayudas a la natalidad no sirven por sí solas”

El Ayuntamiento de Almanza también ofrece ayudas a la natalidad por valor de 300 euros y a la compra de libros por 50 euros. “Pero no tendrían efecto si fuera sólo una medida aislada. Incluso podría servir para cazasubvenciones”, asume el alcalde. “Las ayudas a la natalidad no sirven por sí solas”, coincide la profesora de Sociología de la Universidad de León (ULE) Adelina Rodríguez, también en consonancia con el regidor cuando afirma que “la agricultura no fija la población como lo hace la ganadería”. “La agricultura en una provincia caracterizada por el minifundio no retiene habitantes”, señala Rodríguez. “Las que fijan población son las mujeres. Se necesitan yacimientos de empleo para ellas”, añade la docente. Y ahí el sector servicios sale al rescate en Almanza, sostiene el regidor.

El precio simbólico de un euro al mes de la guardería ha servido de “reclamo y apoyo” a madres trabajadoras y de solución a la tan traída y llevada conciliación de la vida laboral y familiar. “Y hemos conseguido que parejas jóvenes de Almanza tengan hijos”, subraya Santiago Vélez. El mantenimiento de la oferta educativa fue un punto de inflexión sobre el que luego ha pivotado el crecimiento. “Para nosotros lo fundamental fue el colegio”, destaca Hugo Pérez Hernáiz, condicionado por la movilidad al no disponer de coche. La opción de alquilar una vivienda (una fórmula no habitual en el medio rural, donde prima la compraventa) resultó clave para Juan Francisco Rodríguez. “Cuando uno se traslada y empieza de cero en un sitio no está pensando comprar, sino en alquilar”, apostilla.

Tras haber salvado el colegio y asentado un notable incremento de los habitantes jóvenes, el reto es ahora mantener y, si es posible, mejorar una estadística que le ha dado la vuelta a lo forma habitual de las pirámides de población en el cada vez más envejecido medio rural. El Gobierno municipal de Almanza se plantea ahora servir de polo de atracción de población extranjera, singularmente de venezolanos por la difícil situación por la que pasa el país sudamericano. “Yo he hablado bastante con el alcalde sobre ello. Y creo que sería un buen lugar para venir. Aquí también hay gente de Marruecos, Rumania y otros países. Hay un ambiente internacional y cosmopolita que es muy enriquecedor”, cuenta Hugo Pérez Hernáiz.

“En el mundo rural no debería haber partidos ni política”

En el envés de la 'España vacía', el alcalde de Almanza dice enfadarse cada vez que se enfrenta a un foro de “expertos” en la materia o cuando el concepto entra al debate en la Cámara Alta ahora que es senador por el Partido Popular. “Cuando pasan las elecciones, sólo nos acordamos de ello los que vivimos en el pueblo los 365 días del año. En el mundo rural no debería haber partidos ni política, sino defender todos una misma bandera. Las estirpes en los pueblos se han terminado. Los hijos se fueron a la ciudad. Y ahora hay que generar nuevas estirpes”, reflexiona en voz alta Javier Santiago Vélez, orgulloso de ver crecer su colegio mientras otros echan el candado en la misma provincia.

“Nosotros estamos encantados con el colegio. Son pocos alumnos, por lo que la educación es de más calidad”, destaca Juan Francisco Rodríguez, que puede escolarizar a sus niños de dos y diez años de edad sin salir de Almanza, el lugar del que nunca quiso marchar Eduardo Diez (“es un sitio estupendo, fuera de ajetreos y hay ambiente joven para vivir”, precisa) y del que se ha “enamorado” Hugo Pérez Hernáiz. Sus hijos determinarán el futuro de lo que hoy es un “brote verde” en medio del erial de la 'España vacía'.

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