Ángel del Riego: “Hemos comprobado que a buena parte de la gente le gustan las dictaduras”

Ángel del Riego

Manuel Cuenya

“Cielos velazqueños sobre un Madrid goyesco. Las nubes se ciernen sobre la Sacramental de San Justo. Avanzamos entre cipreses en fila y panteones modernistas en uno de los cementerios más misteriosos de Madrid. Misterioso y solitario en esta gélida mañana de diciembre. No hay visitantes ni flores sobre las lápidas. Parece que los madrileños no son muy dados a honrar a sus muertos”.

(Ángel y Marta del Riego Anta, 'La Biblia blanca')

Concebida como una Biblia, con su Antiguo y Nuevo Testamento -en este caso una Biblia del fútbol y en concreto dedicada al Real Madrid-, Ángel del Riego Anta y su hermana Marta (a quien le hemos dedicado fragua en esta misma sección y periódico) componen este libro, 'La Biblia blanca. Historia sagrada del Real Madrid', que nos ayuda a entender la historia de nuestro país a través del fútbol desde principios del siglo XX, pues el Real Madrid se constituyó oficialmente como club en 1902, según recogen los autores de 'La Biblia blanca'.

Escribe el columnista del Abc Paco Santas, Hughes, que los hermanos del Riego Anta han vertebrado su relato de más de un siglo madridista con la Historia Sagrada. “Una vez el New York Times dijo que el Madrid era un Estado dentro de otro Estado. Quizás una nación sin Estado ni país. El Madrid es junto al tiempo y la política la gran conversación española. Ortega escribió 'La rebelión de las masas', pero fue Bernabéu quien las conoció bien, el que las sentó, las metió en coliseo, el que las supo tratar y divertir”. No en vano, Santiago Bernabéu se convirtió, en palabras de los hermanos del Riego, en el único dios (Yahvé) verdadero del madridismo. “Y el madridismo no es un credo evangélico”, escribe el jefe de opinión del diario 'El Mundo', Jorge Bustos, en el prólogo de 'La Biblia blanca'.

“El templo lleva su nombre –en referencia a Bernabéu– y se le invoca en las crisis de identidad del club. Creó el madridismo como religión y la gobernó como un padre atento e iracundo durante treintaicinco años”, nos recuerdan Ángel y Marta del Riego, para quienes el estadio Santiago Bernabéu podría ser un anfiteatro romano o bien el Globe Theatre circular de Shakespeare. “No solo es la casa de la sabiduría, sino el lugar de oración donde se celebra la consagración del madridismo”, apostillan.

Luego llegaría al Madrid “el Mesías Di Stéfano, un jugador total, que descubrió a Europa una forma diferente, más libre, estética y luminosa, de jugar al fútbol, cuya influencia alcanzaba todos los lugares de la cancha, que consiguió el milagro de elevar un club a la altura de la leyenda. Todas las mitologías sagradas madridistas parten de él”, añaden los hermanos del Riego, que también recogen cómo, durante la primera década de la posguerra, la grisura generalizada que asfixiaba a España cubría asimismo al equipo blanco, porque no había títulos que celebrar ni apenas victorias, “solo dos campeonatos de Copa”, que entonces se llamaba del Generalísimo. Se impuso el férreo control del Estado, también en los equipos, que, cuando saltaban al campo, debían saludar cantando el Cara al sol con el brazo en alto. Incluso se prohibieron los nombres extranjeros de empresas y negocios, “fútbol incluido (ni racing ni sporting ni athletic) y se castellanizan todos los vocablos, desde fútbol hasta gol”, de modo que “el fútbol se convierte en la droga de las masas, pero no es una droga libre”; el fútbol como “recurso para que la masa de gente se olvide de sus problemas, a ratos”.

Una época durísima, tanto es así que un país como México, según nos cuentan los autores de 'La Biblia blanca', se convirtió en tierra de promisión, acogiendo a unos veinticinco mil refugiados españoles, “entre ellos buena parte de la intelectualidad republicana: Luis Cernuda, León Felipe, María Zambrano o Luis Buñuel... También a otros futbolistas como Antonio López Herranz, delantero del Madrid, contratado por el Club América”.

De la legendaria delantera, conformada por Kopa-Rial-Di Stéfano-Puskás-Gento a Sergio Ramos (“sentimental y furioso”), de Amancio a Raúl, de Camacho a Hierro, y Stielike y Juanito y Butragueño (El Buitre)... sin olvidarnos de Zoco, Grosso o Pirri... Casillas (“el ángel caído”), Zidane, Cristiano Ronaldo (“Narciso único en la historia”)... o “el santo Job Vicente del Bosque” como entrenador... “un reino galáctico de leche y miel”..., los hermanos del Riego Anta nos muestran la historia del Madrid “como reflejo de lo español o de su contrario” a sabiendas de que el fútbol, “como parodia y representación de la batalla es el último reducto del patriarcado en el mundo occidental”, escriben en su libro, remontándose al origen del fútbol como deporte. “Arrancó una (suponemos) lluviosa tarde de octubre de 1863 en una taberna londinense entre pintas, ginebras y humo de cigarros. Ese mismo mes, pero treinta y ocho años más tarde, el Real Madrid, denominado Madrid FootBall Club, jugaría su primer partido en el parque del Retiro, entre el campo del tiro al pichón y los árboles centenarios”.

El fútbol arrancó una (suponemos) lluviosa tarde de octubre de 1863 en una taberna londinense entre pintas, ginebras y humo de cigarros. Ese mismo mes, pero treinta y ocho años más tarde, el Real Madrid, denominado Madrid FootBall Club, jugaría su primer partido en el parque del Retiro

El fútbol como estado de ánimo

Cuenta Ángel que en este volumen se meten de lleno, él y su hermana Marta, hasta dentro en la imaginación del hincha madridista y en la cultura popular que engendra el Real Madrid. Reconoce que siempre le ha gustado el fútbol, convencido de que más que un deporte -“un estado de ánimo”, en palabras de Valdano-, es una forma en que los niños se encontraban y se daban una jerarquía en el patio del colegio. “Estaba el artista, el animal de bellota, el indolente, el solidario, el preocupado por ganar, el regateador, el genio autista y el inútil profundo. Esos adjetivos perseguían para siempre a los chavales y eso mismo pasa con el fútbol profesional. Es un zoo humano divertidísimo que nos permite a los hinchas una conversación sin final sobre casi cualquier cuestión permitida”, añade Ángel, que estudió guion de cine en Madrid, lo que le ha permitido tener pulso dramático para contar esta 'historia sagrada', logrando en 'La Biblia blanca' una estructura que se repite en cada párrafo, en cada capítulo, y que da coherencia a todo el libro. Algo que también agradece a su hermana Marta, que es la única escritora actual a quien lee, según él, porque le repasa sus libros y charla con ella acerca de lo que encuentra en sus libros, que le gustan mucho.

“Posiblemente me gustarían otros muchos autores leoneses si los leyera, pero el caso es que no los leo... De hecho leo menos de lo que debiera y cada día que pasa me digo a mi mismo que voy a comenzar una rutina para leer todo lo que me falta. Pero lo que me falta por leer es abrumador y el trabajo sería inacabable, así que lo ideal es no leer, no empezar nunca y dedicarse a imaginar lo que otros han escrito”, afirma este autor bañezano, que ahora, después de residir en Madrid, ha vuelto a sus orígenes, a su tierra.

“No tengo perspectiva de lo que significa para mí esta ciudad, como un animal del bosque no sabe lo que significa el bosque. Nací aquí, casi toda mi vida he vivido aquí y ahora he vuelto. Nunca la he echado de menos porque nunca me acabé de ir. No sé si me iré en breve o nunca más. Esas decisiones las toma la vida por mí. Cuando paseo por la ciudad, a veces vuelve una ráfaga de un tiempo pasado, inmóvil, y se proyecta en mi mente una escena cinematográfica de iluminación neorrealista y convenientemente guionizada. No me gusta esa sensación, me da la impresión de estar atrapado por la ciudad, por mi memoria o por una infancia que sólo se puede recrear en la literatura”, señala, convencido de que muchas casas, que llevaban muertas años, cobraron vida de repente a resultas de la pandemia.

“En los días de confinamiento yo daba unas vueltas enormes para ir al supermercado, al Eroski que hay en las afueras, y había una tensión extraña entre la calle vacía y la vida que se acumulaba tras los muros antes deshabitados. Algo ha quedado de eso... De León sólo se dice que está decadente. ¿Es así? No creo que más que otros lugares. La gente hace su vida esperando que pase algo. Esa es la cruz de nuestra generación, y en provincias se hace carne delante de nosotros”, sostiene, consciente de que la pandemia ha aumentado el número de suicidios entre la gente joven y los niños, lo que es, en su opinión, una consecuencia muy directa, tanto del confinamiento como de la moralización que se ha hecho de todas las medidas represivas que se han tomado, “algunas con razón y otras sin ellas, culpando muchas veces a la gente (especialmente a los jóvenes) del virus, de los muertos y del desastre general”, puntualiza.

Cree que los adultos, incluso quienes han conservado el trabajo, también se han visto afectados en el ámbito político. “He visto cómo una sociedad entera aceptaba de forma sumisa todo tipo de normas excepcionales muchas de ellas sin base legal o racional. Por supuesto, yo entre ellos. He visto cómo buena parte de la gente, especialmente de una edad, llevada por el miedo o por el ansia represiva –que suelen estar ligados– no sólo aceptaba las normas sin plantearse nada, sino que estaban felices siendo los que mejor las cumplían. Así tenían un objetivo en la vida, todo su tiempo estaba sujeto a horarios rígidos y podían acabar el día con la satisfacción del deber cumplido en pos de un objetivo sublime: contener la pandemia”.

Cuando paseo por La Bañeza, a veces vuelve una ráfaga de un tiempo pasado, inmóvil, y se proyecta en mi mente una escena cinematográfica de iluminación neorrealista y convenientemente guionizada

El asunto es que esa gente se dedicaba a echarles a los demás la culpa de los muertos y del caos pandémico, según Ángel, porque esos individuos estaban, a su juicio, investidos de pureza y tenían la enorme razón que anida en los corazones sublimes, o eso creían. “Los hemos visto en la tele siempre con una mueca antipática, enfadados con ese pueblo tan tonto al que pastorean, confundirse continuamente (la peor pandemia es el miedo, decían al principio), pero inasequibles a la vergüenza, dando sermones a izquierda y derecha desde su púlpito. Todo lo que he visto me ha hecho inmune a los cantos de sirena sobre el mal de las dictaduras, del nazismo, del fascismo, del comunismo, del franquismo y del chá, chá, chá. Hemos comprobado que a buena parte de la gente le gustan las dictaduras. Son felices en un mundo lleno de normas y desean recibir meneando la cola, la galletita al final del día por haberlas cumplido todas. Y son capaces de apuntar con el dedo a quien no las sigue, a quien atenta contra su orden, para denunciarles ante la autoridad o hacerles sentir vergüenza, miedo o remordimientos. Señores que estudian los orígenes del fascismo: ahí lo tienen”, expone con lucidez este creador, que siempre ha tenido un afán por representar, por imaginar, más allá de la escritura, y la impresión de que los canales estandarizados no le valían.

“Descubrí que esa pulsión interior mía podía expresarse escribiendo, al entrar en un blog de fútbol llamado fansdelmadrid: https://www.fansdelmadrid.com/ Ahí estaba gente como Hughes (ahora en el Abc) o Manuel Jabois (ahora en El País) y me empecé a explayar todos los días con el Madrid como excusa. Resulta que tenía un público que pedía más y más. Eso fue todo. El inicio de mi corta vida como escritor. En un blog la escritura es confesional y cínica al mismo tiempo. Y estás expuesto a la más ácida de las críticas. Es una escuela mejor de lo que se supone. Vas decantando el estilo, y en ese estilo puede entrar cualquier cosa...”, precisa este autor, que ahora está escribiendo un cuento infantil con su hermana Marta, al que le gusta la ciencia ficción y en general los grandes fabuladores, los creadores de mundos alterados, el policiaco, el realismo español antiguo, el Romancero y algún heterodoxo, entre otros Philiph K. Dick, Lewis Carroll, Ray Bradbury, J.G. Ballard, Flannery O'Connor, Tolkien, Kafka, Miguel Delibes, Quevedo, Miguel Torga, Patricia Highsmith, Raymond Carver, Borges, Paul Auster, Dostoyevski, Joseph Conrad, Baltasar Gracián, Chesterton, Jean Genet, Céline, John Fante, Jim Thompson, Conan Doyle, Agatha Christie.

“Todo lo que he visto me ha hecho inmune a los cantos de sirena sobre el mal de las dictaduras, del nazismo, del fascismo, del comunismo, del franquismo y del chá, chá, chá. Hemos comprobado que a buena parte de la gente le gustan las dictaduras. Son felices en un mundo lleno de normas y desean recibir meneando la cola, la galletita al final del día por haberlas cumplido todas. Y son capaces de apuntar con el dedo a quien no las sigue, a quien atenta contra su orden, para denunciarles ante la autoridad o hacerles sentir vergüenza, miedo o remordimientos”

Entrevista breve a Ángel del Riego Anta

“Lo que más me divierte en la vida son las cosas disparatadas, la ruptura en la escena”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

'Zazie en el metro', de Raymond Queneau.

Un personaje imprescindible en la literatura (o una persona en la vida).

Sancho Panza.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

José Luis Sampedro. Un plasta.

Un rasgo que defina tu personalidad.

La huida.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

Que sepa vocalizar.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Los políticos actuales influyen demasiado en la gente. Deberían estar más apartados, tipo Rajoy, que me parecía un presidente idóneo para un tiempo mediocre.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Las cosas disparatadas, la ruptura en la escena.

¿Por qué escribes?

No sé vivir.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Sólo Twitter.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Eso no puedo valorarlo yo y nadie que no sea yo se va a poner a valorarlo.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Ya no. En la antigüedad, seguía el blog de Arcadi Espada y Apuntes en sucio, el de Manuel Jabois.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Una pintada que vi en un muro en Madrid. Era un negocio con la persiana echada y encima había un cartel que decía: “Cerrado por defunción”. Más abajo habían puesto con tachones: “Y a ti qué te importa, idiota”.

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