'Os cuento'

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Concha Tascón Casado

No, no, si llevo muy bien lo del confinamiento, tías, muy bien, incluso los primeros días era muy entretenido ver a los vecinos de la casa de enfrente salir a la terraza, disfrutar del sol, calcular cuántos vivían en cada piso, si salían todos a aplaudir o alguno quedaba dentro, relaciones entre ellos, la abuelita que aplaudía todos los días sería la madre de ella o de él, en la casa que aparecían tres serían padre, madre e hija o padre y dos hijas; pero, una vez que tuve controlado el rango familiar ya sabía que no habría sorpresas, nadie nuevo iba a llegar ni, crucemos los dedos, nadie iba a faltar. Y poco más tenía que controlar allí, así que continué viéndolos a la hora del aplauso y decidí desviar mi atención hacia otros asuntos. Así es como me metí de lleno en un terreno en el que llevo varios días atrapada y es el de mis propios vecinos, que no saben por qué aparezco en la escalera tan a menudo y por qué la necesidad de tanto ejercicio. Pero, no lo puedo evitar, tías, y no digo el ejercicio sino los datos que me llegan y que tengo que procesar para formarme una idea de lo que está pasando.

¿Cómo, que no sabéis nada? Es de dominio publico, tías. Os cuento. Como subo y bajo las escaleras para hacer ejercicio varias veces al día y tengo que hacer algún descanso, oigo muchas cosas. Claro, como vosotras estáis como pasmarotes en casa, solo sabéis si el Coronavirus va así o asá... Pues veréis, esto que quede entre nosotras, por favor. Cuando sale a la compra el del séptimo H, su mujer baja al cuarto N, que está el inquilino solito estos días y está buenísimo y he oído de todo porque allí me paso un ratito descansando y como los pobres no disponen de mucho tiempo no quiero perdérmelo. ¡Qué trajín, tías! La pena es que el marido solo salga a la compra cada cuatro días, a pesar de que ella está comiendo como una lima, lo digo porque lo oí al pasar: «Chica, contrólate que te vas a poner como una mesa camilla», y ahora parece que él se está hartando de la gula de ella y en cuanto puede se va a bajar la basura y estos días no llega al contenedor porque al pasar por el segundo M, un brazo misterioso lo atrapa hacia dentro y a partir de entonces queda la basura en el segundo, todavía no he visto cuando la saca a la calle.

Ayer al del noveno F, lo vi desde el décimo y os lo juro, dio dos toquecitos, espacio, y otros dos toquecitos en la puerta del vecino del séptimo K, que es nuevo en la casa, ¡guau, qué sorpresa!, os digo esto, pero no tiene por qué haber nada, Dios me libre de meterme en la vida de nadie, porque a lo mejor trabajan desde casa y si tienen alguna reunión de trabajo siempre es mejor así y, además, estos toquecitos misteriosos los oigo todos los días, hay diferentes claves y diferentes momentos.

Ayer sin ir más lejos el del octavo E con el que me crucé en la escalera se puso rojo, lo que me hizo sospechar que le había pillado in fraganti, dije «« ¿qué tal lo llevamos?» «Pues con paciencia», me contestó. Hice como que entraba en mi casa pero le seguí pegadita a la pared y oí cómo utilizaba también clave en la llamada, esta vez en el quinto J, que no sé quien vive pero lo averiguaré.

¡Qué ganas de ir a la playa, tías!

* 'Os cuento' es un relato publicado dentro de la iniciativa lanzada por la asociación cultural El Pentágrafo e ILEÓN.COM para recoger escritos con temática relacionada con la actual crisis ocasionada por el coronavirus Covid-19.

Concha Tascón es parte destacada del club de lectura que El Pentágrafo desarrolla en colaboración con el COP El Candil en el barrio de El Ejido. Además de una apasionada por la lectura, con este relato Concha demuestra también sus maneras de escritora.

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