Cuatro negocios leoneses que no saben lo que es abrir la puerta sin que una pandemia condicione sus cuentas

De izquierda a derecha y de arriba abajo, La Postrería, Tula Varona, Juanjo Vega Studios y La Azería.

César Fernández

Septiembre de 2020. Habían pasado seis meses desde la declaración de la pandemia del coronavirus en marzo, la fecha prevista para la apertura de un nuevo estudio fotográfico en León. Su responsable, Juanjo Vega, no ha podido hacer bodas, ni bautizos, ni comuniones con regularidad hasta la fecha. “Si abrimos entonces fue más que nada por amor propio”, cuenta ahora que echa cuentas a la viabilidad de Juanjo Vega Studios, el apéndice en la capital leonesa a un negocio abierto hace 30 años en Benavente (Zamora).

Septiembre de 2020. El saldo neto de creación de empresas en León está en caída cuando nace la librería Tula Varona. Su gestación también había sido prepandémica. El 'parto' se prolongó varios meses. A los libros, un sector ya de por sí complejo, unió la hostelería, asfixiada por las restricciones. “Ha sido como recibir bofetadas en la otra mejilla constantemente”, admite su propietaria, Berta Fernández, una procuradora en tribunales que ha encontrado su Ítaca particular entre libros de viejo, cafés... y geles hidroalcohólicos.

Septiembre de 2020. Las mascarillas han dejado de resultar un elemento exótico para convertirse en un habitual compañero de viaje cuando Sergio Aragón Zambrano quiso dar carrete a su afición a la cerámica y montó La Azería. Y ahora se encuentra con que muchas mujeres todavía no se atreven a comprar alguno de los pendientes que diseña y elabora porque no lucirían lo mismo con ese objeto de tela y cuerdas que ejerce de frontera frente a la covid-19. Él tira hacia delante convencido de que “hay cosas que no pueden esperar” ni siquiera por una crisis sanitaria mundial.

Tula Varona unió el sector de libros, ya de por sí complejo, al de la hostelería, asfixiado por las restricciones. Ha sido como recibir bofetadas en la otra mejilla constantemente, dice su propietaria, Berta Fernández

Febrero de 2021. La hostelería sufre otra ola de restricciones apenas unos días después del primer año de vida del restaurante Kamín. El cumpleaños no pudo ser feliz. Pero su responsable, Mario Gómez, se lanzó a organizar otro 'bautizo', en este caso por el nacimiento de La Postrería. “¡Tú estás loco!”, le espetó su madre. Y él, en esos momentos de pasos adelante y atrás en las medidas sanitarias, llegó a cruzar los dedos para que un cierre obligado del restaurante por la pandemia le permitiera volcarse en la tienda de postres, un negocio “más constante” en meses de continuas fluctuaciones.

Favorecer al comercio de proximidad sin despachar productos de primera necesidad

Dos de estas cuatro empresas leonesas que no saben lo que es abrir la puerta sin que un virus condicione sus cuentas se gestaron antes de la pandemia. Con tres décadas de experiencia en Benavente, Juanjo Vega llevaba ocho años asentado en León cuando se decidió a abrir otro establecimiento en la calle Fuero, una zona muy transitada en el entorno de la Plaza de la Pícara Justina. Firmó el contrato en febrero de 2020. Año y medio después, siente como si todavía estuviera en la línea de salida. El 28 de febrero suscribió Berta Fernández el contrato de alquiler para montar su librería en un local de la calle Ruiz de Salazar. Con su vida profesional encaminada en los tribunales, Tula Varona es un sueño cumplido: “Me vale con no perder dinero”.

Mario Gómez llegó a cruzar los dedos para que un cierre obligado de su restaurante Kamín por la pandemia le permitiera volcarse en La Postrería, un negocio más constante en meses de continuas fluctuaciones

Las otras dos fueron creadas no tanto 'por' como 'en' la pandemia. Sergio Aragón Zambrano trabajaba de comercial. El confinamiento le dio tiempo para desarrollar su afición a la cerámica y para madurar la idea de volver a tener un negocio propio.“Me surgió la necesidad de tener un espacio para mí”, cuenta desde su tienda (que es también taller) ubicada en la calle Covadonga antes de agradecer el apoyo del Ildefe (Instituto Leonés de Desarrollo Económico, Formación y Empleo). Mario Gómez ya había imaginado un sitio para postres dentro de su restaurante Kamín, situado en la calle Regidores. A la vuelta de la esquina (literalmente) surgió la oportunidad de contar con un espacio propio en la calle Ancha. “Fue como una luz”, admite al recordar las colas que se formaban en la vía pública cuando otros negocios tenían echada la trapa.

Los cuatro dicen haber notado una cierta sensibilidad de la clientela por favorecer el comercio de proximidad en un escenario de tribulaciones. El ejemplo más claro lo aporta Berta Fernández cuando se sitúa en noviembre de 2020, con el empleado de la mañana de baja por coronavirus y el local sometido a las restricciones a la hostelería. “Yo venía por las tardes para abrir la librería y dar cafés para llevar. Y había gente en la calle con el frío que hacía. Y eso era por mí, por solidaridad”, agradece. “Ella es la clave. Este negocio ha sobrevivido con mucho esfuerzo hasta convertirlo en un sitio acogedor”, refrenda una de sus clientas habituales, Cristina de Prado Sarabia.

Vedadas las celebraciones, Juanjo Vega sobrevivió con su mujer haciendo reportajes de estudio de bebés o embarazos en sus amplias instalaciones. Hubo vecinos que vinieron por tener un gesto hacia nosotros, destaca

“Hubo vecinos que vinieron por tener un gesto hacia nosotros”, admite Juanjo Vega al referirse a los meses en los que, vedadas las celebraciones, sobrevivió con su mujer haciendo reportajes de estudio de bebés o embarazos en sus amplias instalaciones sin obviar también la existencia de cierto recelo entre la clientela a entrar en espacios cerrados: “Y ahora creo que se está recuperando la confianza poco a poco”. Han superado otro agravantes: el de no despachar productos de primera necesidad. “Lo nuestro”, dice Mario Gómez en La Postrería, “es una compra impulsiva”. La gente parece menos predispuesta a sacar la cartera para darse un capricho de azúcar lunes y martes. “El sábado es nuestro día más fuerte”, añade ahora que La Postrería, que abre todos los días, cuenta con cuatro empleados y “está tirando más” que Kamín, que se limita a un horario de fines de semana.

El confinamiento, incluso los más laxos que sucedieron tras la primera ola de la pandemia, pudo ser un terreno abonado para ganar lectores a fuerza de llenar horas de ocio en el domicilio. “El que leía ya de antes ha leído más; pero el que no suele leer no lo ha hecho”, matiza Berta Fernández, sorprendida positivamente por recibir encargos de gente joven ya acostumbrada a tramitar sus pedidos de forma automática vía plataformas como Amazon al mantener una plantilla con dos empleados. “La clientela ha sido muy receptiva. A los vecinos les gusta tener un negocio así en el barrio”, destaca el responsable de La Azería sin esconder que nota en los clientes de fuera más alegría para gastar en un negocio que ofrece artículos de artesanía, principalmente de cerámica, así como bisutería y objetos utilitarios tras afrontar inversiones para contar con un torno y un horno cerámico.

Sergio Aragón Zambrano ha podido acogerse a una tarifa reducida para autónomos y una ayuda interesante del Ayuntamiento de León sin dejar de subrayar que la ciudad ofrece locales baratos hasta asentarse con La Azería

“Las crisis son oportunidades para tomar el riesgo que queramos correr”

Emprender es un verbo que no debería conjugar del todo mal con las crisis. “Las crisis son oportunidades para tomar el riego que queramos correr”, refrenda desde La Postrería Mario Gómez. Con el restaurante a medio gas durante todo este tiempo por las restricciones, alude a las potencialidades del obrador. “Daría para tres postrerías. Hay que intentar sacar el máximo rendimiento a esto”, valora. La crisis también ha sido una fuente de oportunidad para Sergio Aragón Zambrano, que ha podido acogerse a una tarifa reducida para autónomos y una “ayuda interesante del Ayuntamiento de León sin dejar de subrayar que la ciudad ofrece ”locales baratos“ hasta asentarse con La Azería. Otra perspectiva aporta Juanjo Vega. ”Se ha hablado mucho pero no han llegado ayudas. Y lo que ha pasado es que nos hemos empeñado en créditos ICO“, apunta para reconocer que sí ha pensado en ocasiones en tirar la toalla.

Juanjo Vega, que espera como agua de octubre que el alivio a las restricciones permita la celebración de eventos mientras alerta de que la fotografía de carné podría estar “en la cuerda floja” ante la posibilidad de que se despachen en las propias Comisarías de Policía al renovar al DNI, ha visto cómo la pandemia rompía las previsiones de un negocio proyectado a largo plazo. Y Berta Fernández, que también confía en que la retirada de las medidas sanitarias dé aire al club de lectura y amplíe el calendario de presentaciones, cree que en el nuevo escenario fluirán iniciativas que permitirán desarrollar Tula Varona como estaba previsto antes de que una pandemia condicionara todos los planes.

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