La pieza que faltaba entre las gafas y la mascarilla para desempañar la desescalada

Luis Martínez Silván, con el dispositivo acoplado entre la mascarilla y las gafas.

César Fernández

Ponerse la mascarilla, empañarse las gafas, agenciarse una solución a través de Youtube. La secuencia, una de las más recurrentes de la crisis sanitaria, concluye por ahora para Luis Martínez Silván en ese mismo punto. Pero este vallisoletano de raíces bercianas no es el espectador sino el protagonista de un vídeo que tratar de arrojar una salida al problema. Tras inventar un dispositivo anticoronavirus para abrir las puertas con el pie, ahora está en vías de patentar un acople que permitiría a millones de personas mirar con claridad el camino hacia la 'nueva normalidad'.

“Me estaba volviendo loco. No encontraba la solución. Vi propuestas a través de internet. Pero algunas sólo funcionaban en un primer momento”, dice Martínez Silván, descendiente de dos familias de Santa Marina de Torre (Torre del Bierzo), nacido en Alemania y criado en Valladolid. Sus palabras las suscribirían millones de usuarios de gafas. Él, que ya en su día ganó un premio con el diseño de un dispositivo para mejorar el trabajo diario en las plantas de Michelin, encontró la inspiración sin proponérselo.

Fue precisamente al volver al trabajo, tras el primer impacto de la crisis sanitaria, en la planta de la firma francesa en Valladolid cuando se convenció de la necesidad de desarrollar un dispositivo que hiciera más cómodo el desarrollo de una jornada laboral de ocho horas con una mascarilla. Y cuando la empresa aplicó un nuevo ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) encontró el momento de meterse de lleno en esta iniciativa.

La solución es tan simple como una pieza de material de filamento flexible que se sitúa entre las fosas nasales y las gafas, por dentro de la mascarilla y sujetada a las patillas, hasta evitar que el aire suba al respirar o al hablar. Hubo que diseñar varios ejemplares, ya que los primeros cumplían la función, pero dejaban marca o molestaban. El banco de pruebas fue otro de los recurrentes hábitos del confinamiento: la compra semanal. “Fui a comprar y ni me di cuenta de que lo llevaba puesto”, confirma.

Proceso para patentar la aplicación

Al margen de su utilidad en la vida cotidiana, la aplicación está especialmente pensada para su uso en el ámbito laboral. “Y está preferentemente recomendada para mascarillas quirúrgicas”, añade su creador, que puso el dispositivo para abrir puertas con el pie a disposición del público vía Youtube. Sin embargo, en este caso ha iniciado un proceso para patentar la creación a través de la solicitud de un modelo de utilidad ya admitida a trámite. Y es que esta nueva aplicación no está llamada como la anterior a producirse a través de impresoras 3D.

Al margen de su utilidad en la vida cotidiana, la aplicación está especialmente pensada para su uso en el ámbito laboral. Y está preferentemente recomendada para mascarillas quirúrgicas, añade su creador

La idea de Luis Martínez Silván es encontrar una empresa que pueda dedicarse a la fabricación del dispositivo a través de un molde. El precio de coste le sale a menos de 50 céntimos. Y su vida útil podría superar el año, mucho más que la de las propias mascarillas, un elemento de la desescalada que, por ahora, parece haber venido para quedarse al menos hasta disponer de una vacuna o un tratamiento contra la Covid-19.

“Yo veo a la gente muy concienciada. Sales a la calle y la gente parece que intenta esquivarte. Creo que el uso de la mascarilla se va a prolongar. Hemos cogido miedo y eso ya se ha metido en nuestro ADN”, dice Martínez Silván. En el suyo ha aflorado en este confinamiento una vena inventiva que le permitió crear primero un dispositivo para evitar focos de contagio y ahora otro para que no se empañe la desescalada hacia la 'nueva normalidad'.

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