Un informe critica graves fallos en la gestión de la pandemia por falta de inversión y cooperación internacional

Vacunación contra la covid. // JL Leal / ICAL

Agencia SINC

Errores generalizados y globales en múltiples niveles en la respuesta a la pandemia del coronavirus provocaron millones de muertes evitables y revirtieron los progresos realizados hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS) 2030 en muchos países. Esta es la principal conclusión de un nuevo informe de la comisión de expertos de covid-19 de The Lancet.

El documento advierte que para el logro de estos objetivos habrá que fortalecer la cooperación internacional, que ha de girar en torno a una Organización Mundial de la Salud (OMS) reformada y reforzada, así como en mayores inversiones y una mejor planificación para la preparación nacional frente a las pandemias.

Además, hace hincapié en la necesidad de reforzar los sistemas sanitarios, con especial atención a las poblaciones en situación de vulnerabilidad. Las inversiones cruciales también incluyen la mejora de la transferencia de tecnología y de conocimiento de productos de salud y de la financiación sanitaria internacional para los países y regiones con recursos limitados, subraya.

Dos años de trabajo de 28 expertos mundiales

La comisión covid-19 es el resultado de dos años de trabajo de 28 de los principales expertos del mundo en políticas públicas, gobernanza internacional, epidemiología, vacunación, economía, finanzas internacionales, sostenibilidad y salud mental, y de consultas con más de 100 colaboradores de 11 grupos de trabajo mundiales.

“El abrumador número de víctimas de los dos primeros años de la pandemia de la covid-19 es una profunda tragedia y un enorme fracaso de la sociedad en múltiples niveles”, Jeffrey Sachs, presidente de esta comisión, catedrático de la Universidad de Columbia y presidente de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible.

Según Sachs, “hay duras verdades que debemos afrontar, como que demasiados gobiernos no respetaron las normas básicas de racionalidad institucional y transparencia; demasiada gente protestó contra las medidas básicas de salud pública, a menudo influida por la desinformación; y demasiados países no promovieron la colaboración internacional para controlar la pandemia”.

El experto opina que “ahora es el momento de emprender una acción colectiva que promueva la salud pública y el desarrollo sostenible para poner fin a la pandemia, que aborde las desigualdades sanitarias mundiales, que proteja al mundo contra futuras crisis sanitarias, que identifique los orígenes de la covid-19 y que cree resiliencia para las comunidades de todo el mundo”.

“Tenemos las capacidades científicas y los recursos económicos para hacerlo, pero una recuperación sostenible depende del fortalecimiento de la cooperación multilateral, la financiación, la bioseguridad y la solidaridad internacional con los países y las personas más vulnerables”, insiste.

Fracasos de la cooperación y desigualdad entre países

El informe resalta que la respuesta a la covid-19 ha mostrado también lo mejor de la cooperación internacional. En concreto, alude a las asociaciones público-privadas para desarrollar múltiples vacunas en un tiempo récord; las acciones de los países de altos ingresos para apoyar financieramente a los hogares y las empresas; y la financiación de emergencia del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Sin embargo, añade que los acontecimientos de los dos últimos años también han puesto de manifiesto múltiples fallos en la colaboración mundial. Los retrasos en la declaración por parte de la OMS de una “emergencia de salud pública de importancia internacional” y en el reconocimiento de la transmisión aérea del SARS-CoV-2 coincidieron con la falta de cooperación y coordinación de los gobiernos respecto a los protocolos de viaje, las estrategias de test, las cadenas de suministro de productos básicos, los sistemas de notificación de datos y otras políticas internacionales vitales para frenar la pandemia.

También la falta de cooperación entre los gobiernos para la financiación y distribución de productos sanitarios clave —incluidas las vacunas, los equipos de protección personal y los recursos para el desarrollo y la producción de vacunas en los países de bajos ingresos— ha tenido un coste en vidas muy elevado.

Las clasificaciones anteriores a la covid-19 sobre la preparación de los países para las pandemias, como el Índice de Seguridad Sanitaria Mundial de 2019, que situaba a Estados Unidos y a muchos países europeos entre los más fuertes por su capacidad de respuesta a las epidemias, resultaron ser malos predictores de los resultados reales de la pandemia.

La comisión de expertos comprobó que la región del Pacífico Occidental, incluyendo Asia Oriental y Oceanía, preparada por su experiencia previa con la epidemia de SARS de 2002, adoptó estrategias de supresión relativamente exitosas que resultaron en un número de muertes acumuladas por millón de alrededor de 300, mucho menor que en otras partes del mundo.

Los sistemas de salud pública dispersos y la escasa calidad de las políticas públicas de respuesta en Europa y las Américas dieron lugar a un número de muertes acumuladas de alrededor de 4.000 por millón, el más alto de todas las regiones de la OMS.

Sin equidad vacunal mundial

“Más de un año y medio después de la administración de la primera vacuna contra el coronavirus, no se ha logrado la equidad vacunal mundial. En los países de altos ingresos, tres de cada cuatro personas han sido completamente vacunadas, pero en los países con menos recursos, solo una de cada siete”, dice María Fernanda Espinosa, expresidenta de la Asamblea General de la ONU y coautora del informe.

Espinosa señala que “todos los países seguirán siendo vulnerables a nuevos brotes de la covid-19 y a futuras pandemias si no compartimos las patentes y la tecnología de las vacunas con los fabricantes de los países menos ricos y reforzamos las iniciativas multilaterales que tienen como objetivo impulsar la equidad de su distribución en el mundo”.

El informe también critica las respuestas nacionales a la covid-19, que a menudo se caracterizaron por la falta de coherencia de los consejos de salud pública y la escasa aplicación de medidas sociales y de salud pública, como el uso de mascarillas y la vacunación.

Muchas políticas públicas, destaca el documento, no abordaron adecuadamente los efectos profundamente desiguales de la pandemia en las comunidades vulnerables, como las mujeres, los niños y los trabajadores de los países de ingresos bajos y medios.

Estas desigualdades se vieron agravadas por las extensas campañas de desinformación en las redes sociales, la escasa confianza de los ciudadanos y el hecho de que no se recurriera a las ciencias sociales y del comportamiento para fomentar un cambio de conducta y contrarrestar la importante oposición pública a las medidas rutinarias de salud pública observada en muchos países.

El agravamiento de las desigualdades socioeconómicas, unido a los reveses económicos y de salud pública y a las crecientes tensiones sociales y políticas, ha puesto en peligro la agenda de los ODS 2030. Para controlar definitivamente la pandemia, “todos los países deberían adoptar una estrategia de vacunación ‘plus’, que combine la vacunación generalizada con las precauciones de salud pública y las medidas financieras adecuadas”.

“Cuanto más rápido se pueda actuar para vacunar a todo el mundo y proporcionar apoyo social y económico, mejores serán las perspectivas de salir de la emergencia pandémica y lograr una recuperación económica duradera”, afirma el coautor Salim S. Abdool Karim, de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia.

Preparación ante futuras amenazas sanitarias

Para prepararse ante futuras amenazas sanitarias pandémicas, la comisión recomienda reforzar los sistemas sanitarios nacionales y adoptar planes nacionales de prevención, con medidas para mejorar la vigilancia y el seguimiento coordinados de las nuevas variantes, proteger a los grupos vulnerables y crear entornos escolares y laborales más seguros invirtiendo en ventilación y filtración.

Con el apoyo de la OMS, el G20 y las principales instituciones financieras, como el Banco Mundial, los expertos recomiendan una inversión mayor y más eficaz, tanto para la preparación ante la pandemia como para los sistemas sanitarios de los países en desarrollo, centrándose en la atención primaria, el logro de la cobertura sanitaria universal y el control de las enfermedades en general.

Para lograr este objetivo, la comisión estima que se necesitarían unos 60.000 millones de dólares anuales, equivalentes al 0,1 % del producto interior bruto de los países de renta alta. La consolidación y ampliación de varios fondos sanitarios existentes debería estar estrechamente alineada con el trabajo de la OMS. Los expertos hacen hincapié en que el fortalecimiento de los sistemas sanitarios debe llevarse a cabo de forma local y no desde arriba por unos pocos países donantes.

Junto a este compromiso de financiación a largo plazo, el informe recomienda un esfuerzo de 10 años por parte de los países del G20 para reforzar la investigación y el desarrollo y las inversiones en infraestructuras y capacidad de fabricación de todas las herramientas críticas para el control de la pandemia.

“La publicación de este informe ofrece una oportunidad para que los fracasos y las lecciones de los últimos tres años no se echen a perder, sino que se utilicen para construir sistemas sanitarios más resistentes y sistemas políticos más fuertes que apoyen la salud y el bienestar de las personas y el planeta durante el siglo XXI”, concluye un editorial relacionado publicado en The Lancet.

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