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Sobre este blog

Este blog es un espacio de colaboración entre elDiario.es de Castilla-La Mancha (elDiarioclm.es) y el Colegio de Ciencias Políticas y Sociología de Castilla-La Mancha para abordar diversas cuestiones sociales desde la reflexión, el entendimiento y el análisis.

1 de Mayo hasta que todos nuestros derechos sean reivindicados

1º de Mayo de 1936. Montijo / ARMHEx

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El Primero de Mayo, históricamente, es un día que conmemora los avances sociales obtenidos por los trabajadores del siglo XIX. En 1886 hubo una gran huelga obrera en Chicago, la cual reivindicó la ley que promulgó la jornada laboral de 8 horas. Las grandes industrias de Estados Unidos tenían a sus trabajadores haciendo jornadas de hasta 18 horas diarias y con ello el movimiento obrero fue cogiendo fuerza y reclamaciones como “ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas de ocio”.

Este movimiento social venía gestándose desde que en 1868 el presidente Andrew Johnson aprobó la jornada de ocho horas en la Ley Ingersoll, pero este derecho solo se les otorgaba a algunos trabajadores que estuvieran en el sector de las obras públicas o los empleados de oficinas laborales, a los demás trabajadores no los incluía. El rechazo de los patrones fue contundente y en algunos estados se establecieron cláusulas que permitían aumentar la jornada laboral; en este escenario el movimiento obrero se materializó el 1 de mayo de 1886 y se convocaron 307 manifestaciones a las que se unieron 88.000 trabajadores en Chicago, siendo para ese entonces la segunda ciudad más poblada del país.

Actualmente en Estados Unidos y en Canadá el día del trabajo se celebra el 1 de septiembre, con el nombre de ‘Labor Day’ (día del trabajo).

En España la celebración del día del trabajo ha tenido sus limitaciones y restricciones, ya que solo hasta 1931 se estableció como festivo, durante el régimen de la Segunda República, pero sería en 1955 cuando se hizo un día conmemorativo, gracias a la iglesia católica bajo el papado de Pío XII, denominándose día de San José Obrero.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el planeta estaba dividido entre capitalistas y socialistas, y la URSS se convirtió en el enemigo por excelencia del llamado “mundo libre”, identificado así por las democracias liberales. Ante este contexto de fuerte anticomunismo, la iglesia católica estableció la festividad de San José Artesano o San José Obrero y de esta forma, Roma apostaba por asignar un sentido cristiano al 1 de ;ayo. Con el tiempo, en España, organizaciones católicas como la JOC (Juventud Obrera Cristiana) o la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) se unieron a las fuerzas laicas en su lucha contra la dictadura y por la justicia social; con esto lograron que el Día del Trabajo fuera tan importante para un creyente como para un laico y así celebrar la conmemoración de derechos laborales para todos y todas por igual.

A lo largo de este camino de décadas y décadas conmemorando un día de justicia social y reconocimiento a los derechos sociales, hoy por hoy vemos que en Europa no son iguales entre los 28 países de la UE. Los sistemas más generosos se encuentran en el norte de Europa, la diferencia más amplia entre ricos y pobres se observa en la Europa mediterránea, y los salarios más bajos se encuentran en la Europa del Este.

Una buena reputación de los sistemas europeos

Desde el punto de vista internacional, los sistemas europeos de protección social gozan de buena reputación y en algunos casos se toma como un ejemplo a seguir: en la mayoría de los países europeos todos los derechos sociales están garantizados, aunque su aplicación sea diferente en cada país. Según un estudio realizado por Glassdor y Deloitte, Dinamarca, Francia y España son los países más generosos de la UE, mientras que Irlanda, Reino Unido y Suiza los derechos están más limitados.

Pero, ¿qué pasa en España particularmente? A pesar de estar catalogado como uno de los países más generosos de Europa, hay una buena proporción de personas que no se sienten en la confianza ni en la capacidad de hacer valer y negociar sus derechos laborales, y la otra proporción tienen miedo a represalias si se unen a sindicatos. Esto es paradójico, ya que un país que tiene más beneficios en derechos como la baja de maternidad/paternidad, vacaciones, baja por enfermedad, etc, no implica que, necesariamente, tenga el derecho a la libre expresión y reclamación cuando no se están aplicando esos beneficios a los derechos laborales actuales que se tienen en el país.

Esto es como si todos estos beneficios solo fueran para los justos que los otorgan y cumplen con la ley, pero si hay una violación o incumplimiento de la ley no hay mecanismos estructurales ni normas sociales en las que los ciudadanos y trabajadores puedan reclamar sus derechos sociales y laborales.

Comisiones obreras y la Fundación Primero de Mayo hizo un estudio sobre cuáles son las condiciones de los trabajadores en España y determinó que el 34,8% de los trabajadores no disfrutan de las oportunidades de promoción, el 32,2% sufren largas jornadas y al 16,9% se les obliga a vivir lejos de sus familias y amistades. Por género las cosas no parecen mejorar: las mujeres asalariadas sufren peores condiciones en sus puestos de trabajo y tienen menos derechos laborales que los hombres, especialmente en lo que se refiere a tiempo de trabajo, porque trabajan más horas y tienen menos posibilidades/capacidades de negociación.

Para los jóvenes también está siendo un problema tener y reclamar sus derechos laborales, ellos tienen menores expectativas y un 23,5% de los jóvenes menores de 35 años aseguran que sus condiciones laborales son impuestas y no tienen posibilidad/capacidad de negociarlas.

La paradoja española

Otra de las cuestiones que, particularmente, hace que España sea una paradoja en la UE con respecto a lo laboral y derechos sociales, es la falta de ingresos y el subempleo. Según este estudio, el 28,1% de las personas trabajadoras consideran que no tienen los ingresos suficientes y el 23,7% se encuentra en situación de desempleo. Existe otra buena proporción de personas que tiene miedo a perder su empleo o a que la empresa donde trabajan sufra una reestructuración laboral.

Por género pasa igual que con las condiciones mínimas laborales, los jóvenes y las mujeres son los que padecen las peores condiciones de trabajo ya que las mujeres sufren más lo relativo al subempleo, a la estabilidad contractual y al temor por perder el empleo, mientras que los jóvenes tienen dificultad con los cambios de ocupación y el temor a la reestructuración reproductiva, junto con la posibilidad de perder el trabajo o a que se les reduzca su jornada.

Dado lo anterior opino que España es paradoja de la Unión Europea: cuantitativamente hablando tienes una serie de beneficios a los que, en teoría, tienes acceso dentro de los derechos laborales regulados, pero cualitativamente, evaluando la calidad de los trabajos en España podemos decir que es precario, inestable, vulnerable y restrictivo, y falta una estructura sólida que permita reclamar y hacer valer los beneficios que se tienen en los derechos laborales para todos y todas por igual. Se debe generar confianza entre los trabajadores y un entorno de libertad de expresión de las demandas laborales, para que esto último se constituya como una base fundamental del sistema de protección de los derechos laborales y sociales de toda la ciudadanía en España.

Que no nos quedemos conmemorando una victoria de hace tres siglos atrás, es hora de hacer historia para conmemorar en un futuro lo conseguido en este el último siglo.

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