Bercianos culmina en 20 años su nueva iglesia tras el derrumbe de la antigua y ahora ya no quedan feligreses

La estampa de la nueva 'iglesia', que llega tarde para ser iglesia. / Carlos J. Domínguez

Carlos J. Domínguez

Era un lunes aquel 8 de junio del año 1998. Ese día, la localidad leonesa de Bercianos del Real Camino, en plena Ruta Jacobea del Camino Francés hacia Compostela, iba a perder con dolor la mayor seña de identidad de que presume un pueblo: su iglesia.

A primera hora, de las grietas que habían herido de muerte a la parroquia de San Salvador (1.430) comenzó a salir una creciente nube de polvo. Y a las once y media de la mañana en punto de aquella infausta jornada, la torre de 30 metros de altura se desplomó, arrastrando consigo más de cinco siglos de vida viendo pasar generaciones de vecinos y peregrinos. Alguien consiguió apenas hacer una fotografía del momento para la historia.

La ruina acabó con el templo en un tiempo en el que todavía, como admite el actual alcalde, Víctor Fidel Rueda García (PP), “la iglesia era muy importante, era el centro de casi todo”. Pero la otra ruina silenciosa, la de la despoblación, seguía abriendo grietas en un municipio que hoy, 21 años después, ya ha bajado oficialmente de los 200 habitantes empadronados. Es su situación otro símbolo, como lo fue el santuario, de la España Vaciada de la que ahora poco a poco se habla más y que al regidor tanto le duele.

Sin resignación: misión, levantar un símbolo

Pero el derrumbamiento no dio paso a la resignación en el caso de Bercianos. La Corporación que entonces presidía Nicolás Rivero se empeñó en buscar otra ubicación al templo y levantarlo desde cero, en las proximidades de las eras, a la entrada del pueblo, en un pequeño promontorio. El presupuesto inicial, que ha sido ampliamente superado, se cuantificó en 65 millones de pesetas de entonces.

Este verano de 2019 el Ayuntamiento ha dado por concluidas las obras de la 'réplica' que año tras año, durante un total de 20, sustituye a aquella iglesia de la que apenas quedan algunas piedras erguidas.

Dos décadas de “quebraderos de cabeza y problemas”, presupuestos que iban y “luego desaparecían, por la crisis y otras razones”, admite un satisfecho alcalde que ha llevado a sus espaldas el proyecto durante los cinco mandatos que lleva en el cargo.

La torre Eiffel de Tierra de Campos

Pero otro problema surge ahora. Porque “ahora, con 198 vecinos empadronados, y con los tiempos que corren” la iglesia destinada al culto “ya no tiene sentido”. No hay feligreses suficientes.

De manera que la decisión municipal es que el nuevo y flamante espacio, con su imponente artesonado en madera y su torre de 37 metros que emula a una torre Eiffel rural en medio de Tierra de Campos, se convierta en un centro social y cultural.

“Ahora lo plantearemos como un edificio polivalente, de usos múltiples”, zanja Rueda. “Si algún día el cura quiere decir misa, se habilitará, pero con el número de vecinos que tenemos, la ermita de San Roque cubre de sobra las necesidades de culto, para misas de funeral y poco más”.

“Apañar”, otra forma de decir “inmatricular”

Y es que, aparte de la despoblación, la relación con la Diócesis de León no ha sido precisamente como dios manda: “Por un lado, el Obispado no ha puesto un duro, y si lo hubieran hecho supongo que lo habrían intentado 'apañar', como hicieron con la ermita, que la inmatricularon como suya. Yo ésta tuve la pericia de registrarla a nombre del Ayuntamiento, que si no...”.

El alcalde no descansa tranquilo. Está “muy orgulloso” del resultado, y no es para menos. El nuevo edificio que simboliza un pequeño resurgir de Bercianos del Real Camino tiene “exactamente la misma planta, los mismos metros y forma, que la que se cayó”, en un homenaje postrero a su historia. Hasta la cigüeña tiene su espacio, eso sí, en una columna metálica elevada junto al edificio, para que conviva como siempre lo hizo pero sin causar daño alguno.

Unas sillas y mesas en el luminoso interior de colores pastel esperan actividad junto a la pila bautismal que fue de lo poco que se recuperó de la iglesia vieja, una pila por la que “pasaron todas las cabezas de generaciones de vecinos” y que ahora preside el amplio espacio interior.

Seis bares y más plazas para dormir que vecinos

El regidor es consciente de que darle contenido social o cultural es otra difícil aventura que comienza ahora. Ha albergado alguna actuación musical, como la tuna femenina, o el hito de la reciente entrega del I Premio de Periodismo Félix Pacho Reyero. “Pondremos unos paneles de todas las provincias de Castilla y León que nos ha dado la Junta, por decir que hay algo estable”, pero admite el alcalde que “no tenemos recursos para mucho más”.

Mientras, los peregrinos siguen siendo el único motor económico de un pueblo que apenas resiste. Un trasiego jacobeo que es lo único que explica que en Bercianos del Real Camino haya “nada menos que seis bares y, en total, 219 plazas para pernoctar... ¡más que habitantes!”, cifra Víctor Fidel Rueda.

A todos ellos se les ve levantar ahora con sus pies el polvo de un Camino de Santiago milenario desde la punta de la torre de la nueva iglesia que llega tarde para ser iglesia. Y coronando la mejor atalaya de la comarca, una veleta artesana fabricada en 1999 con amor desinteresado por un vecino, Vidal Molleda. Tras la esfera del mundo, entre lunas, estrellas y el tradicional gallo, una inscripción resume el espíritu de esta obra que ahora será templo civil y símbolo de resistencia rural y cazurra: “Las obras quedan. Los maestros se van”.

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