La alucinante aventura de portear una nevera a 2.064 metros de altitud

Llegando al refugio, meta del nuevo electrodoméstico. / Foto Collado Jermoso

Aún quedan algunos neveros en las altas cumbres de Picos de Europa, en la vertiente leonesa del Parque Nacional. Pero la atención que dispensan los responsables del refugio de Collado Jermoso no puede depender del fresco, o no, que aún quede en uno de los techos de la provincia en pleno verano. A pesar de que no sea raro que, como ya ha pasado en recientes años, incluso nieve todos los meses del año sin excepción.

El caso es que allí arriba, por encima de los 2.000 metros de altitud (exactamente a los 2.064 metros en los que se sitúa uno de los refugios de alta montaña más impresionantes de España), los alimentos y las bebidas para los montañeros han de estar en perfectas condiciones. Y eso, con una nevera ya vieja y poco útil no es posible hacerlo.

Como casi todo lo que ocurre en Collado Jermoso, algo tan sencillo como reponer un electrodoméstico cotidiano se convierte en una aventura en toda regla. La última ha tenido a un frigorífico por protagonista.

Existía la alternativa, empleada a menudo para hacer la compra más compleja del mundo -como destacamos hace años en este reportaje- de utilizar la fuerza y rapidez de un helicóptero para conseguir llevar hasta el refugio el nuevo frigorífico que el refugio precisaba hace tiempo ya. Pero sus responsables, con Pablo Sedano, su guarda titular, a la cabeza, decidieron que había otra manera.

Sopesaron el peso del electrodoméstico y también, no menos importante, su volumen. Y decidieron que la máquina se podía portear a la espalda, dándose algunos relevos, mediante ascensión. Cualquier subida al establecimiento es espectacular y difícil. Pero ésta resultó ser uno de los momentos más llamativos de la ya dilatada historia del refugio leonés que el año pasado cumplió 75 años.

Con paciencia, mucha fuerza, varias paradas y refrigerios, algunos relevos y un clima favorable, el arcón a las espaldas de sus porteadores consiguió alcanzar la meta, en la que a buen seguro hará las delicias de cientos y cientos de escaladores, montañeros y senderistas durante los próximos años. Pocas veces un buen servicio supuso tanto y tan llamativo sacrificio.

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