Fallece a los 91 años el médico de -casi todo- León, Magín Fernández Perandones

El querido doctor en una entrevista realizada hace un año y publicada en Culturaleotopia.es / Culturaleotopia.es

Entrañable, admirable, con una memoria prodigiosa, un sabio de la medicina y maestro en el trato hacia los pacientes. Todos estos calificativos y muchos más identifican a uno de los profesionales de la medicina que más ha marcado la vida de varias generaciones de leoneses, el médico Magín Fernández Perandones, el doctor Magín a secas, que ha fallecido este jueves 20 de septiembre a los 91 años de edad.

El funeral, que a buen seguro será masivo, tendrá lugar a partir de las cuatro y media de la tarde del viernes 21 en la parroquia de San Marcelo, en pleno centro de León, mientras los más allegados a su familia podrán además darle su ultimo adiós en la sala 3 del tanatorio de León situado en Eras de Renueva.

Buena muestra del cariño, el aprecio y el respeto que durante años de médico de cabecera de familias enteras se fraguó Magín F. Perandones en la sociedad leonesa fue el hecho de que en el año 2013 la ciudad le dedicara una calle, que desde entonces lleva su nombre, situada en el barrio de La Serna, algo que fue posible gracias a una iniciativa popular de recogida de firmas de apoyo que superó entonces con creces las 2.000.

El doctor había nacido en el año 1927 en la localidad maragata de Villar de Golfer (municipio de Lucillo), según recoge entre otros muchos detalles esta entrevista publicada el pasado año por el medio digital Culturaleotopia.es bajo el título “El médico de todo León”.

Hijo de un esforzado albañil que le enseñó las primeras letras, pronto se decantó por la medicina, una vocación la suya que fue providencial para la buena salud de cientos, miles de leoneses en los años posteriores. La carrera médica la cursó en la Universidad de Valladolid, tras la cual se casó con Mari Carmen Ferrero, y de la pareja nacieron sus hijos Silvia, Consuelo y Carlos Magín, ya criados en León.

Antes había ejercido en Beltejar (Soria), posteriormente en los pueblos montañeses leoneses de Puebla de Lillo y Riello, y en León recaló con como destino profesional con 36 años de edad, en primer lugar en la antigua residencia de huérfanos de San Cayetano y posteriormente en el barrio de Armunia y en los ambulatorios de La Condesa y José Aguado.

Pero no menos pacientes pasaron por su consulta privada, desde las que no entendía de horarios cuando de tratar a un enfermo, de atender a un niño o de tranquilizar a una familia se trataba, siempre con la característica de la paciencia y la virtud de la empatía por bandera profesional.

Aunque jubilado oficialmente en 1993 del régimen público, continuó ejerciendo la medicina desde su consulta con el mismo celo de siempre, y una personalidad que le otorga todo tipo de elogios personales y profesionales. Por todo eso, su adiós en una gran pérdida para León.

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