El lúpulo insiste en darle una oportunidad al Bierzo

David Álvarez/ ICAL

El sector agroalimentario ha sido uno de los principales motores económicos de la comarca del Bierzo en los últimos años, una tendencia que se ha potenciado a medida que el sector del carbón iba perdiendo la relevancia que antaño tuvo en la actividad industrial de la zona. Siete figuras de calidad avalan el buen hacer de los agricultores bercianos y el potencial de los distintos productos que se cultivan en la comarca a la hora de salir al mercado.

Sin embargo, y pese a que la provincia de León es responsable del 99 por ciento de la producción nacional de lúpulo, éste parece ser un cultivo olvidado dentro de las fronteras comarcales, como lamenta el presidente de la Sociedad Agraria de Transformación (SAT) Lúpulos de León, Isidoro Alonso, que atribuye esta situación al “desconocimiento” de los agricultores de la comarca sobre las inversiones necesarias para la puesta en marcha de estas plantaciones y su posterior rentabilidad.

En ese sentido, el director técnico de la Asociación Berciana de Agricultores (ABA), Pablo Linares, coincide con Alonso al apuntar que la ausencia del lúpulo entre los cultivos de la comarca puede estar relacionada con “un tema cultural”.

“Nunca he conocido ninguna plantación profesional de lúpulo en el Bierzo, probablemente los agricultores de aquí no lo conocen”, asegura Linares, que reconoce que en la comarca falta información sobre los requerimientos dafoclimáticos del cultivo, es decir, sobre las limitaciones que pueden producirse por las características del suelo o del clima de una zona particular.

Al respecto, el presidente de Lúpulos de León destaca que el cultivo, cuya zona de mayor presencia se corresponde con las riberas de los ríos Órbigo, Tuerto, Porma y Torío, se ha extendido a otros entornos aún más húmedos, como el municipio coruñés de Betanzos, donde la cooperativa Lúpulo Tecnología de Galicia (Lutega) ha puesto en marcha una iniciativa para reintroducir la planta en la comunidad vecina, con varias plantaciones que suman ocho hectáreas de terreno. Precisamente Betanzos fue el lugar donde estableció su primera delegación la Sociedad Española de Fomento del Lúpulo, creada en 1945 por el régimen franquista y participada por prácticamente todas las fábricas de cerveza existentes por aquel entonces en el país.

Y es que, pese a que en la actualidad León concentra casi toda la producción de España, el cultivo del lúpulo estuvo extendido en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado por zonas limítrofes de Asturias y Galicia. “Viendo las zonas en las que se da en el Órbigo, creo que algunas zonas del Bierzo sí podrían ser aptas para el cultivo”, considera Linares.

Charlas informativas

En ese sentido, la propuesta de Lúpulos de León pasa por organizar diversas jornadas informativas en las que se puedan juntar agricultores de varios pueblos de la comarca para que los expertos de la SAT se ayuden de material divulgativo y aclaren estas cuestiones técnicas sobre el cultivo, así como otros asuntos relacionados con la evolución económica de la plantación. Al respecto, Alonso comenta que los requisitos para poner en marcha una plantación rentable pasan por disponer de “un mínimo de cuatro o cinco hectáreas de terreno, una máquina peladora y una nave que sirva de secadero”.

En este punto, radica otro de los problemas para la expansión del cultivo en la comarca berciana, ya que, como recuerda Linares, “aquí el tamaño de las parcelas es pequeño”, con una media de entre tres y cinco hectáreas por agricultor, divididas en varias fincas. Sin embargo, el director técnico de ABA se muestra optimista al recordar que “en el tema de los frutales, hablas con productores de otras zonas, como Cataluña, y te dirían lo mismo, que con menos de diez hectáreas no se va a ningún lado, pero en el Bierzo, con varias fincas de media hectárea, las plantaciones ya son rentables”, debido a la mejor comercialización que tienen los productos cultivados en la comarca con respecto a otras zonas de producción agrícola, a causa de la “calidad superior” reconocida por las siete marcas de garantía que ostenta el sector del campo berciano.

“Habría que estudiar si el cultivo de lúpulo en parcelas más pequeñas podría llegar a ser rentable”, apunta Linares. “Si es viable técnica y económicamente, estaremos encantados de estudiarlo, de explorar las posibilidades y de fomentarlo”, añade el director técnico de ABA, que considera que otra de las soluciones frente a las limitaciones del minifundismo pasa por “promover la creación de asociaciones y cooperativas”, a imagen de lo que ya ha hecho el sector frutícola del Bierzo. “Es la única vía que tenemos y al final es el modelo que se está imponiendo”, asegura Linares, que añade que “los agricultores ya hacen sus propias concentraciones”, comprando o arrendando las fincas colindantes para disponer de explotaciones más grandes.

Reintroducir el cultivo

En todo momento, el presidente de Lúpulos de Léon se muestra cuidadoso al hablar de “reintroducir” el lúpulo en la comarca cuando habla de expandir su cultivo más allá del Manzanal. “Según mi padre, en el Bierzo ya hubo cultivo de lúpulo en el pasado”, explica Alonso, que asegura que en el territorio de la comarca aún se pueden encontrar plantas silvestres de lúpulo.

En ese sentido, el representante de la SAT recalca que “el verdadero problema es que la juventud se fue del campo”, como prueba el hecho de que, de las 2.000 hectáreas de lúpulo que llegaron a plantarse en el pasado, sobreviven en la actualidad poco más de 500. “Nuestro objetivo es la expansión del cultivo y el aumento de la producción, porque eso es lo que puede dar vida a toda la provincia de León”, asegura Alonso, que insiste en la importancia de mantener un sector agrario sano y rentable como método efectivo en la lucha contra la despoblación de los entornos rurales.

En esa línea, el presidente de Lúpulos de León apunta al incremento de la demanda mundial del cultivo como una de las posibilidades de futuro en las zonas productoras, después de que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria haya autorizado el uso del extracto de lúpulo como aditivo para la fabricación de piensos destinados al consumo de cerdos, una industria que prevé necesitar cerca de 400.000 toneladas al mes.

Cara y cruz

Una prueba del potencial interés que el cultivo del lúpulo puede despertar en el campo berciano es la participación de la empresa Energías Renovables del Bierzo (Erbi) en un proyecto investigador que pretende utilizar energía solar térmica o calor procedente de la quema de biomasa en los secaderos, para producir lúpulo de manera sostenible, una iniciativa galardonada en 2017 por el Ministerio de Agricultura.

Sin embargo, el primer intento auspiciado por Lúpulos de Léon para conseguir que el lúpulo cruzase al otro lado del puerto del Manzanal no tuvo la continuidad que cabría esperar. Al respecto, el responsable de la SAT recuerda que la asociación de productores se puso en contacto con un joven agricultor al que se prestó “toda la ayuda necesaria”. “Estuvo mes y medio con nosotros, aprendiendo a plantar, a montar la instalación, fuimos a analizar las fincas... Le enseñamos todo sobre el cultivo”, asegura Alonso, que recalca que el objetivo de esta primera plantación consistía en “ocupar una zona en la que lo viera todo el mundo para entusiasmar a los agricultores locales”.

Pese a que el joven agricultor llegó a incorporarse como socio de la SAT e incluso llegó a plantar tres hectáreas, con la previsión de ampliar a siete, la iniciativa no salió adelante debido a que el titular abandonó la plantación para dedicarse a otra actividad industrial. “Echó sus cuentas y vio que no le interesaba, nos dijo que no iba a seguir en el mundo del lúpulo”, explica Alonso, que lamenta que el proyecto quedase en agua de borrajas después de que el propietario se hubiera gastado “un dineral” en las instalaciones de la plantación y en la nave que tenía que servir como secadero.

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