Lechería La Popular, un tesoro hidráulico en Laciana

Lechería La Popular de Sosas de Laciana

Abel Aparicio

Hay paraísos recónditos, pequeños, a los que hay que desplazarte específicamente porque no son puntos de paso hacia un destino masificado. Pueblos en los que, como nos dice el músico aragonés Ángel Petisme, muere la carretera. Uno de estos lugares es Sousas de Ḷḷaciana, conocido popularmente como Sousas. En él se encuentra una lechería especial, ya que a fecha de hoy es la única lechería hidráulica que se conserva en Europa y, a falta de confirmación oficial, en el mundo. Esta lechería comenzó su actividad en el año 1920, cesó su producción en 1968, en el año 2000 comenzó su rehabilitación y en 2012 fue puesta de nuevo en funcionamiento. Por ella pasaron desde ḷḷacianiegos de pura cepa hasta un lituano. Esta es su historia.

A la puerta de La Popular, con el agua del río Sousas sonando en la parte de atrás nos recibe Angélica Fernández, persona que explota actualmente este museo “reconocido por el Instituto Leonés de Cultura (ILC) como uno de los tesoros ocultos de la provincia leonesa”, indica orgullosa. Esta lechería tuvo como uno de sus principales mecenas a la familia Sierra-Pambley, concretamente a Francisco, que importó de Europa el sistema hidráulico. La lechería comenzó su actividad en 1920, cesó su producción en 1968, en el año 2000 comenzó su rehabilitación y en el 2012 fue puesta de nuevo en funcionamiento.

De mayo a octubre el ganado se destabuliza en pasto alto o brañas, llegando aquí la leche en lecheras trasportadas a caballo. El primer paso era pesar la leche y tomar una medición, ya que se pagaba tanto por cantidad de leche como por calidad. “Date cuenta que la leche autóctona daba una riqueza de un 11% de materia grasa”, destaca Angélica. Una vez medida, la leche pasaba al caldero para ser calentada y posteriormente a la desnatadora. Esta tiene dos tubos, uno por el que sale el suero (antibiótico para el ganado con un 4% de pH) y otro por el que sale la leche en forma de nata. El siguiente recipiente es la feridora, que con otro sistema de centrifugado separa la mantequilla y el suero. La nata en su paso final pasa a la prensa con el fin de eliminar el suero que le quede. La mantequilla ya fabricada salía en cajas para Viḷḷaxer, donde se encontraba Mantequerias Leonesas y de aquí a la Calle Alcalá 21, en Madrid, donde se distribuía para el resto de España y de Europa.

Con gran ilusión Ángélica me pide que le acompañe al exterior de la lechería para levantar una comporta y que la abundante agua que baja por un regato pase a través de un troco de roble cortado como manda la tradición, en cuarto menguante, hasta la lechería, donde moviendo una rueda hará funcionar todos los elemento explicados con anterioridad.

Angélica me muestra los productos que tienen a la venta en el museo como son llaveros, lápices, galochas, libretas, miel y por supuesto el producto estrella, mantequilla La Popular, con un logotipo cuyo diseño emula a los existentes en los años de su creación. Para acompañar la visita al museo, desde la junta vecinal realizaron la Ruta de la lechería para dar a conocer los puntos más interesantes de Sousas, como son un lavadero, un molino, un potro, un hórreo y una capilla entre otros.

Angélica es una persona justa, y como tal, quiso rendir un más que merecido homenaje con motivo del 8 de marzo a las lecheras de Ḷḷaciana que durante muchos años fueron pilares fundamentales en estos lares. Una exposición de seis fotografías colgadas del techo muestran al visitante la labor que hacían estas mujeres. Una exposición que, como indicó la anfitriona, irá acompañada de otro buen número de fotografías de lecheras al Museo de los Pueblos Leoneses.

Antes de despedirnos, Angélica comenta que después de mucho trabajo están consiguiendo que la Mantequilla La Popular se comercialice y esté entrando en los canales de venta del país. “Desde un pequeño rincón del mundo como este estamos llegando a las principales capitales del país. No tienes más que mirar a tu alrededor para ver que estamos en un lugar privilegiado que nos ofrece maravillas como esta”, finaliza Angélica.

Proceso de restauración 2000-2002

Félix Suárez, responsable de los Campos de Voluntariado en Viḷḷablinu y técnico de cultura de dicho ayuntamiento nos explica cómo fue, en parte, el proceso de restauración con estos campos o Brigadas Internacionales, como les denomina un vecino que prefiere mantenerse en el anonimato. Estos campos de voluntariado, explica Félix, se llevaron a cabo en Ḷḷaciana desde 1999 hasta la crisis de 2008 y estaban formados por jóvenes divididos en dos grupos de edades, desde quince hasta los diecisiete y desde los dieciocho hasta los treinta. Este último grupo era con el que solían trabajar. “A estos campos de voluntariado vienen jóvenes de España y del resto del mundo, como por ejemplo canadienses y japoneses. En concreto aquí vinieron unos sesenta durante los tres años que duraron estas labores en Sosas”, indica Félix. “Restauramos el molino, el puente, la lechería y el lavadero”, recita de memoria. El trabajo en la lechería consistió en sacar escombro, basura, cambiar la puerta y el falso techo y reconstruir en parte la maquinaria. La labor fue titánica, según cuenta el responsable de estos campamentos, ya que en Ḷḷaciana restauraron lugares como los molinos de San Miguel o Sousas; lavaderos de Robres, Sousas, Rabanal, Viḷḷaseca, Caguaḷḷes y Viḷḷaxer; Fuente de San Miguel; Pilón de Riescuru; Potros de Viḷḷaxer y Rabanal; Castro La Muela; lecherías Rabanal d'Arriba y La Popular de Sousas.

Me impactó mucho la historia de un chaval que vino desde Lituania a dedo, ¡y marchó de la misma forma!“, destaca aun asombrado. La mayoría venía de Alemania, como parte del servicio de voluntariado internacional. La jornada consistía en cinco horas de trabajo durante la mañana de lunes a viernes. La comida la hacían ellos y se procuraba que los platos fuesen tradicionales del su lugar de procedencia. Por la tarde era lo más parecido a un campamento multiaventura con actividades como acampadas, piragüismo o senderismo. ”Fueron experiencias muy enriquecedoras, tanto para los chicos y las chicas como para la gente de la zona“, asegura Suárez.

El último en tomar la palabra fue Jesús Pérez, tesorero de la Junta Vecinal de Sousas durante aquellos años. En el año 2012 siendo presidenta de la Junta Vecinal Albertina Álvarez se decidió poner la lechería en funcionamiento. Conseguimos dos subvenciones, una de Cuatro Valles y otra del Instituto Leonés de Cultura. “Todos los vecinos que creían en el proyecto trabajaron por la cara, siendo el 28 de junio de 2014 la inauguración del pueblo y 31 de julio otra más oficial”, destaca este activo vecino de Sousas. “Hubo gente que se portó muy bien con nosotros, como la empresa de electricidad Prohida, que llevó la luz de forma gratuita hasta la lechería”, señala Jesús. La Popular fue gestionada por la Junta Vecinal desde ese año hasta que en 2020 salió a concurso, siendo Angélica la persona que explota actualmente el museo. Jesús, como tantas personas del pueblo ayudo a hacer que ese proyecto que se veía como algo imposible hoy sea una realidad y uno de los puntos más emblemáticos de Ḷḷaciana.

Dejando la lechería y llegando a la parte alta del pueblo me vino a la cabeza la entrevista que le hice a cuatro ḷḷacianiegas y un ḷḷacianiego sobre la música tradicional y su resurgir. Quizá no sea solo la música tradicional con toques de actualidad lo que sirva para darle al vaḷḷe el impulso que tanto merece.

Las brañeirinas de Robres,

dan el tseite a los galanes,

que tsuéu baixan diciendu

que lu maman sus tenrales.

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