Recuerdo y honor a la “sangre, sudor y lágrimas” sufridas en el campo de concentración de San Marcos de León

Josep Sala con el expresidente Rodríguez Zapatero. / Pool EFE

C.J. Domínguez

Han tenido que pasar 46 años después del fin de la dictadura fascista y 58 desde que el terrible campo de concentración de San Marcos en León fuera reformado como hostal de lujo e inaugurado por el general Francisco Franco dentro de la red de Paradores Nacionales.

Pero por fin, gracias a cientos de firmas de apoyo, hoy se ha celebrado un acto institucional de desagravio, recuerdo y honores a la “sangre, sudor y lágrimas” que resumió el centenario Josep Sala, quien participó como último superviviente de aquellos años de represión como símbolo de los casi 20.000 que lo hicieron durante la Guerra Civil pero también en la postguerra.

Un Sala lúcido y emocionado recordó en el claustro de San Marcos, donde no pocos pernoctaron meses enteros a temperaturas bajo cero y con apenas alimento, a todos lo que “pasaron muchas calamidades”, uniéndoles “unos pasos tremendos de sangre, sudor y lágrimas” que le hicieron mocionar antes incluso del largo aplauso final y la entrega de un ramo de flores de manos del presidente de Paradores, Óscar López.

Sala hizo un breve discurso conciliador, instando a “la gente joven y las generaciones venideras para que se salgan de las guerras, que no llevan a ningún sitio”, según rememoró de su experiencia, dado que “lo peor que puede pasar en un país es una guerra civil”, porque “si una guerra es funesta, una civil es tremenda”. De ahí que concluyera reclamando a los políticos “cordura y sensatez”.

El expresidente del Gobierno, el leonés José Luis Rodríguez Zapatero, no menos emocionado en el escenario de donde salió su abuelo, el capitán Lozano, para ser ejecutado por defender la democracia republicana, defendió este “acto de la memoria” y vaticinó que “será histórico”. Lo hacía ante un selecto grupo de personas -excluidos los periodistas de todos los medios de comunicación en calidad de informadores del mismo-, entre ellos también el poeta Antonio Gamoneda, el presidente del Instituto Cervantes, Luis García Montero, y los escritores y periodistas muy comprometidos con la memoria histórica, como son Carlos Hernández y la también leonesa Olga Rodríguez, de elDiario.es.

“Una patria es un país con justicia”

Zapatero remarcó el mensaje, extraído de versos de Gamoneda, de que “una patria es un país con justicia”, mostrando su “sueño” de conseguir “hacer una patria definitiva”, para lo que resaltó que “se necesita la justicia de la memoria” y no “fragmentos de la misma”, sino “una memoria completa que costará generaciones construir”.

“No hay historia sin memoria y no hay democracia sin recuerdo justo”, algo que “será una tarea que tardará tiempo”. Se congratuló de que al menos “cada generación pregunta algo más sobre lo que pasó y exige saber, poder recordar, llorar y homenajear a quienes ni siquiera pudieron estar en una referencia mínimamente tangible”, por lo que “cada placa y cada homenaje de la sentido a España y a la democracia”.

En el acto de hoy se supone que se inauguró una placa conmemorativa que sólo pudieron ver los asistentes, así como un podcast, un documento sonoro sobre esta parte de la historia del edificio renacentista leonés, desde el cautiverio casi mortal de Francisco de Quevedo al campo de concentración y su actual realidad como Parador Nacional, entre otros usos.

Como afectado directo, Zapatero defendió el “derecho a la memoria personal, un derecho fundamental”, que “conforma la memoria democrática que se expresa en San Marcos”, el antiguo y cruel penal en el que reflexionó “qué sentirían y pensarían” los más de 20.000 presos que estuvieron presos pero después “fueron olvidados y vilipendiados durante décadas” de silencio.

Apoyo a la Ley de Memoria Democrática

Rodríguez Zapatero cogió el guante de Carlos Hernández y su libro sobre los penales franquistas, lamentando que España “no reparase en que existieron cientos de campos de concentración”, con “personas que estuvieron presar, que fueron fusiladas o que simplemente desaparecieron”. “Vuestra dignidad no fue en balde, vuestra memoria está en nosotros y en los valores de la democracia, de la reconciliación y de España”, concluyó, deseando que la nueva Ley de Memoria Democrática que hereda parte de la suya, la Ley de Memoria Histórica, “pueda cumplir el objetivo de tener un censo nacional con todas las personas que sufrieron víctimas de la dictadura y la guerra”.

Por su parte, Óscar López aseguró que este acto sirve como “entendimiento” del pasado y también para “poner en valor la España de hoy”, que aseguró que ha cambiado mucho, de modo que ahora se reconoce una historia dura que “en Paradores no se oculta”, a pesar del largo tiempo transcurrido, y a pesar de que en San Marcos “no toda ella es positiva”.

Las 'cuerdas de presos' del chiquillo Gamoneda

El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, defendió la democracia como “una manera de entender el orden al servicio de la convivencia y la hospitalidad y no al servicio de la represión”, resaltando lo “muy significativo” del homenaje de hoy para “no olvidar el pasado, la manera de reconocer la historia y reparar el sufrimiento”.

El leonés Gamoneda se ciñó a su recuerdo personal de ver pasar las llamadas 'cuerdas de presos' -los encaminaban atados hacia San Marcos- siendo él “un chiquillo” y preguntándole a su madre por qué aquellos hombre no regresaban nunca de vuelta. “Hay una España trágica que todavía extiende su sombra sobre nosotros”, aseguró.

La nieta del herrador

La periodista leonesa Olga Rodríguez también expuso la experiencia de un familiar, Santos Francisco Díaz, “maestro herrador de Mansilla de las Mulas, padre dos hijas y cinco hijos”, uno más de los miles de presos que padecieron San Marcos y que “sigue desaparecido en una fosa común junto a 70 personas en Villadangos del Páramo”, un pueblo cercano.

Recordó que en León “no hubo Guerra Civil porque el golpe triunfó a pocas horas del inicio ni hubo bandos enfrentados, se produjo una persecución sistemática contra quienes pensaban de forma diferente a los franquistas, un plan estudiado para eliminar a quienes tenían unas ideas políticas determinadas y asesinadas por no apoyar el golpe”.

Reclamó un proceso de “verdad, justicia y reparación”, como piden instancias internacionales, remarcando así la gran trascendencia del acto de hoy. Porque “la reivindicación de las víctimas mejora un país”, reponiéndole la dignidad perdida si “nadie hubiera luchado contra el golpe de estado”.

Algo normal en Alemania o Italia

Finalmente, el también periodista Carlos Hernández coincidió con el resto de participantes del acto en que el acto hoy celebrado es “justo, necesario y de normalidad democrática” que “se hace con frecuencia en Italia o Alemania”, mientras que en España “un sector de la sociedad y la política lo ignora y sigue intentando blanquear historia franquista”.

Como destaca en sus publicaciones, “hubo un sistema con 300 campos de concentración y más de un millar de batallones de trabajo, por los que pasaron más de un millón de prisioneros entre los que se produjeron decenas de miles de muertos, ninguno acusado de nada ni condenado por nada por aquellos tribunales ilegales e ilegítimos del franquismo”, que se “empeñó en falsificar la historia, blanquearla y callar con el miedo, el terror y la sangre a las víctima, las familias, los testigos y todos los disidentes políticos”.

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