Termina la peatonalización de Alcázar de Toledo que añade tonos ocres, naranjas y azules a los verdes y grises de Ordoño

Los colores naranjas aparecen en la peatonalización de Alcázar de Toledo. // Uribe

Jesús María López de Uribe

Más colores en el pavimento de Alcázar de Toledo. Así ha terminado la obra de remodelación de Ordoño II y esta calle perpendicular que lleva a la plaza de la Inmaculada, la segunda fase de lo programado por el Gobierno municipal socialista encabezado por José Antonio Diez.

Unas obras, las segundas en Ordoño en dos años, que se iniciaron a finales de agosto y han terminado en poco más de tres meses y que pese a las polémicas iniciales de su aspecto en los bocetos de ordenador –y las críticas de llamarla “la calle del Corte Inglés” cuando estaban pintando los triángulos verdes y aún no se había terminado la colorista decoración–, han terminado siendo un éxito.

La gente la abarrotó (incluso saltándose las medidas de distancia física de la pandemia) el día que la abrieron aprovechando el encendido de las luces de Navidad y ha seguido haciéndolo en el puente y los últimos fines de semana más permisivos por las autoridades respecto al último semidesconfinamiento lanzándose a estrenarla.

El pavimento del último tramo del proyecto, Alcázar de Toledo, se ha pintado en una paleta de colores más viva que la de Ordoño (que viene a ser verdes y grises, con algunos azules) y ha incorporado naranjas, ocres terreros, azul cián y algún triángulo rojo.

Además se divide en dos partes, una acera con los ocres y grises y la otra con los naranjas, verdes y el cián destacando claramente con la otra provocando un fuerte contraste hasta su finalización en el cruce con San Agustín.

La peatonalización completa del centro de la ciudad, por la que ha apostado el alcalde Diez contra viento y marea, y la oposición de buena parte de la opinión pública de la capital leonesa, ha costado 415.000 euros mientras que la carretera de Silván –que en un principio iba a ser peatonalización, proyecto que sucumbió entonces por la oposición de los comerciantes que esta vez han sido desoídos– supuso unos 430.000 euros de gasto, más lo que costaran los leones tatuados en el asfalto (y ahora desaparecidos).

Esto significa que la obra en su conjunto se acerca casi al millón de euros, en concreto 845.000.

Queda por ver si el tiempo da o quita razones, y si la arteria principal de León, o esta peatonalización del eje Catedral-Guzmán es tan efectivo como el de la Calle Ancha para el comercio.

Y por ver cuál es la solución que adelantó José Antonio Diez para la plaza de Santo Domingo, y si levantará tanta polémica como esta (y la del PP con la reparación de la Avenida). En todo caso, los fines de semana Ordoño II se ha convertido en un nuevo paseo para los leoneses y su colorido lo asemeja a un parque verde que sí llama la atención. Otra cosa es si merecía la pena invertir tanto dinero en estos dos últimos años.

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