'Resistiré' y misa, la receta de un cura del Páramo para mantener la fe en tiempos de pandemia

Peio García / ICAL . Antonio Díez, párroco de Pobladura de Pelayo García.

Elena F. Gordón/ICAL

Descendiente de Cistierna y criado de Sahagún, Antonio Díez, de 53 años, es un cura leonés que desde hace siete años tiene asignadas siete localidades que suman algo más de un millar de vecinos; entre ellas, Pobladura de Pelayo García, donde reside. Más allá de sus labores como sacerdote, dedica tiempo y atención a sus fieles, consciente de la realidad de los pueblos habitados principalmente por personas mayores.

“Más que nada que sepan que estoy aquí, que soy uno más del pueblo. Se trata de que los vecinos estén bien y poner tu granito de arena en lo que tú sabes”, comenta. Y en estos tiempos de pandemia, procura resultar si cabe más útil. Por eso, entre otras cosas, semanalmente hace una especie de ronda, acompañado -a distancia- del alcalde, José Ángel Tranche, para charlar con los vecinos, particularmente, con los que viven solos, aunque sea sin la proximidad física que las restricciones, por seguridad, impiden.

Bocinas para todo

Antonio, que renegaba en cierta manera de las bocinas que hace ya años se instalaron en las torres de muchas iglesias, saca partido ahora a esa herramienta y además de ofrecer los servicios religiosos a través de la megafonía para que los fieles de todo el pueblo puedan seguirlos, las utiliza para que suene cada día el 'Resistiré' que sigue a los aplausos de las ocho de la tarde y para que los niños del pueblo -hay varios, a pesar de que la población es mayoritariamente de edad avanzada- escuchen cuentos 'a demanda', que les hacen más llevadero el confinamiento.

En Pobladura, afortunadamente, no tienen casos de Covid-19. “Si entra en un pueblo, con la cantidad de gente mayor que tenemos, cerramos, como le decía yo el otro día al alcalde”, comenta. Estos días viven una Semana Santa algo triste, en un pueblo (como tantos) acostumbrado a que en estas fechas se multipliquen las casas ocupadas y la gente paseando por calles ahora vacías. “En un pueblo de estos es que no ves a nadie... en una calle larguísima puede haber dos abuelinas viviendo y alrededor de la iglesia hay cuatro hombres que viven solos”, detalla.

El Domingo de Resurrección celebrará a la una de la tarde la misa de Pascua, bendecirá el agua y la luz y guardará para repartir a los peligreses velas y agua bendita “cuando nos levanten el arresto domiciliario. Para Antonio, la pandemia es ”una desgracia de la que tenemos que aprender que no se puede vivir solo, y no me refiero físicamente, sino mentalmente. Nos hemos vuelto muy individualistas, muy de pensar poco en los demás“.

“Hay que hacer las cosas por cariño, por responsabilidad y por cercanía”, dice este cura convencido de que “hay que vivir en los pueblos” y que destaca la labor de los distintos profesionales que siguen prestando sus servicios en esa y otras localidades facilitando la vida a los demás.

Como sacerdote de varias localidades, le ha tocado acompañar a algunas personas que han perdido a seres queridos en las últimas semanas. “Vamos al cementerio tres familiares y el ministro de culto. Nos lo ven antes de fallecer muchos de ellos, no tienes el duelo y el acompañamiento que querrías. Es una situación muy, muy dolorosa. Pero vamos a salir de esta y llegará el día que los despidamos y lloremos en condiciones”, afirma.

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