La “cruel estadística” que convierte en 'ricos' a los municipios de León que sufren el fin de la mina

Una vieja pintada en La Robla, que ha perdido más del 20% de población. Foto: Uribe.

Jesús María López de Uribe

Entre los diez municipios con más renta per cápita media de León se encuentran en tercer lugar La Robla, en cuarto Villablino, en sexto La Pola de Gordón y en séptimo Igueña. Todos con una media por vecino de entre 25.000 y 23.500 euros. Los municipios donde ha cerrado la mina, que cualquier leonés sabe que están sufriendo lo indecible al perder su principal sustento de vida, aparecen como los más 'ricos' entre los 211 de la provincia.

¿Cómo es posible que sólo Sariegos y León sean más 'adinerados' que La Robla? ¿Que Villablino, que en 25 años ha perdido casi la mitad de población, sea más 'pudiente' que San Andrés del Rabanedo o Villaquilambre? O que La Pola de Gordón o Igueña estén por encima de los más de doscientos restantes cuando el cierre de la minería de carbón los ha aseteado de muerte.

“Es una estadística muy cruel”, asegura el alcalde de Villablino, el socialista Mario Rivas. “Lo que habría que ver es cuánta población es activa y cuánta es jubilada o prejubilada, estos datos no muestran ni de lejos la realidad de Laciana”, protesta. “Esto, a la hora de negociar mejoras para nuestro municipio nos perjudica enormemente y no nos hace ninguna gracia”.

El Valle de Laciana fue uno de los lugares más pujantes de la economía leonesa en la segunda mitad del siglo XX. Llegó a ser un lugar con minas de carbón, hierro y hasta centrales eléctricas propiedad de la MSP (la Minero Siderúrgica de Ponferrada) que tuvo en propiedad hasta un ferrocarril mítico y centenario, el Ponfeblino, el último que llevó pasajeros con máquinas de vapor desde 1919 hasta 1974 y que hoy está abandonado y cada vez más en el olvido como todos los antaño pujantes pozos mineros.

Hoy, 25 años después, el municipio de Villablino ha perdido casi la mitad de la población. Llegó a tener 16.250 personas censadas en 1994 según el INE. A 31 de diciembre de 2018 eran 8.919. No hace dos semanas se supo que el mítico colegio centenario de uno de sus pueblos, Orallo, cerró porque no consiguieron cuatro alumnos.

“Y eso fue justo cuando cerraron todas las minas, con lo cual no sabemos cómo va a venir 2019; sólo en fallecidos se nos muere uno al día, en este año llevamos 230 fallecidos y sólo 24 nacimientos. Y esto sin contar los que se van porque no hay trabajo. La solución aquí no son las pensiones, sino traer industria para que los jóvenes puedan trabajar, que se cree empleo, porque esa renta per cápita no durará mucho con la edad de jubilados y prejubilados y lo que vemos aquí es por desgracia un declive poblacional sangrante”. La descripción del alcalde lacianiego de la situación de su municipio 'rico' en una hoja de cálculo del INE es desoladora.

El último canto minero

Según los datos de la Seguridad Social, en 2017 hay 0,74 afiliados por cada pensión contributiva en el municipio de Villablino. En concreto 1.880 por 1.392, casi quinientos jubilados más que trabajadores. La tasa de dependencia media española es de 2,23 empleados por cada pensionista.

“Esos datos de ser el cuarto municipio más rico sólo se sostienen sobre el papel, y hacen mucho daño, no tienen ninguna credibilidad y nos perjudican a la hora de ir a las Administraciones a reclamar generación de empleo, que es la única alternativa seria para fijar la población aquí, porque los prejubilados tendrán dinero de la pensión pero sus hijos estudian todos fuera y se van fuera. ¿Todo ha ido paralelo al declive minero, pero ahora que ya ni hay mina, qué pasará?”, se pregunta Rivas.

“Los números, que ahora son escandalosos, pasarán a ser dramáticos”, vaticina.

Noemí González, alcaldesa de Pola de Gordón: “Nos mantenemos porque hay buenas pensiones, pero los mineros se las sacaron de los costados”

La Pola de Gordón —donde se produjo en 2013 el último gran accidente de la minería del carbón con seis muertos en el pozo Emilio de Santa Lucía— es el sexto municipio en el que, de media, sus vecinos viven más holgadamente en la provincia leonesa. Pero sólo pasear en verano por las calles de los más de 17 pueblos en su territorio se nota que hay mucha menos gente que hace unos años. La supuesta riqueza no se corresponde con la realidad.

Todos estos municipios son así, su población está muy dispersa al ser de orografía montañosa. Villablino, tiene 14 localidades, y La Robla —que aún mantiene la fábrica cementera tras sufrir el traumático cierre de la Hullera Vasco-Leonesa y que ha tenido que soportar como remate la clausura de su central térmica a finales de 2018— e Igueña 10 cada uno. Son municipios relativamente grandes en León, a los que se suma la dificultad de gestionar tantas poblaciones dispersas en medio de un medio natural hermoso, pero complicadísimo.

La Pola de Gordón ha perdido el más del 25% de la población (2.092 personas) en el último cuarto de siglo, pasando de 5.471 a unas tres mil. Su tasa de dependencia era en 2017 de 1,21 trabajadores por jubilado (872 por 718). “Es un lugar maravilloso para vivir —explica su alcaldesa Noemí González—, pero la gente tiende a marcharse a la ciudad porque estamos en plena Cordillera Cantábrica e imagínate calentar aquí una casa en invierno. Les sale más a cuenta alquilar una casa en León”.

Precisamente la despoblación es lo que más afecta a estos municipios, ya que dependen de la cantidad de habitantes para recibir el dinero público del Estado que les corresponde. “Una vez bajas de cierta cantidad de gente, recibes menos”, apunta González. Su Ayuntamiento es uno de los más endeudados de la provincia, ya que el cierre de la mina les dejó sin el dinero que cobraban de ella por los convenios que la Hullera Vasco-Leonesa dejó de pagar de un día para otro cuando quebró en 2015. Les debe más de 700.000 euros.

Y es que la media de ganancias de sus ciudadanos por el IRPF no se corresponde con la bonanza de las cuentas municipales. Los impuestos locales no sirven para cubrirlas. “Las pagas de esta zona siempre fueron buenas, pero claro, porque se lo curraron mucho; se lo sacaron de los costados. Lo que pasa es que lo que no va bien es el Ayuntamiento. La situación es mucho peor de lo que se ve, pero muy mala”, desvela la recién elegida regidora del PSOE después de años de victorias del PP en las elecciones.

“Bueno, eso los pensionistas, porque los sueldos de la gente joven son bajos ya que la mayoría trabaja en la hostelería o las gasolineras que es lo que nos ha quedado tras el cierre de la mina”. Lo peor es que González calcula que “en seis o siete años la mitad de la población que es la que tiene el dinero ya no esté y cada vez más gente se va a trabajar a León o La Madalena porque aquí no hay empleo”.

“Hablan de la España Vaciada y cada vez es más difícil aquí mantener los colegios. Como no se lo tomen en serio España va a estar sólo habitada en las costas y en Madrid. ¿Es sostenible ésto? No puede ser que nos calculen por número y quitarnos médicos y colegios. Está crudo esto, muy crudo”, termina reconociendo una de las pocas alcaldesas de las antiguas zonas mineras que arrancaban, muchas veces arriesgando sus vidas, el carbón de la montaña. El mineral que fue crucial para la industrialización del país en el siglo XX.

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