'Llenemos las calles o se vaciarán los pueblos'
Al día siguiente de asistir a la reunión convocada por la Plataforma pro Sanidad Pública en Astorga y Comarcas, decidí acercarme al Pozu Fierro, el punto más alto de la comarca de La Cepeda. Hay lugares en los que uno ve las cosas más claras. Desde allí pude divisar una gran cantidad de pueblos que, según palabras de Francisco Igea (Ciudadanos), vicepresidente de la Junta de Castilla y León, no merecen contar con servicios públicos.
Comarcas como La Cepeda, Vega del Tuerto, La Sequeda, Maragatos, Omaña, Órbigo, Páramo y parte de El Bierzo que se divisan desde el Pozu Fierro estarían condenas al abandono. Sin los servicios básicos de educación y sanidad, nadie va a ir a vivir a un pueblo y las personas que viven en ellos acabarían emigrando.
Señor Igea, explíquele a una persona de setenta años que después de llevar toda una vida trabajando y pagando sus impuestos, a día de hoy no merece los mismos servicios que otra de su misma edad que viva en una ciudad, explíqueselo si puede, porque a mí se me caería la cara de vergüenza. Explíquele a una familia que decide instalarse en un pueblo que sus hijos no merecen una educación como la de un niño o una niña de su edad que viva en una gran urbe, porque yo no tengo valor.
El pasado jueves el Gobierno de la Junta de Castilla y León (PP-Cs) decidió eliminar el impuesto de sucesiones a las personas que heredaran más de 400.000 euros, una medida que afecta a 815 personas, un 0,6% de la población de este engendro de Comunidad, es decir, una media que solo favorece a los más ricos. A los que se les llena la boca con la palabra España, a los que la repiten tantas veces que acaban por convertirla en un significante vacío, dos días más tarde anuncian que los pueblos pequeños están condenados a desaparecer. Lamentablemente, esto no es nuevo. El cierre de camas en los hospitales de León y Ponferrada mientras aumenta la inversión en centros privados como San Juan de Dios es solo una muestra más de que para ellos la sanidad es un negocio y que lo público no le interesa. Los patriotas, ya saben.
Primero vinieron a por Manzanal y Curillas pero no hice nada. Luego vinieron a por Villamejil y Tabuyo, luego a por Astorga y La Bañeza y tampoco hice nada. Cuando vinieron a por León y Ponferrada, no había nadie para protestar
El proyecto piloto en una de las comarcas más genuinamente leonesas, la zamorana de Aliste, consiste en centralizar los servicios médicos en un consultorio, condenando a las personas del resto de pueblos a desplazarse, en lugar de que solo se desplace un médico como ocurre hasta ahora. Pero el objetivo no es ese, el objetivo es que con el paso del tiempo esos consultorios pequeños que solo darán servicio de enfermería dejen de darla, que los consultorios más grandes desaparezcan, que se centralice todo en ciudades pequeñas y que cuando a estas las vacíen también, tengamos que vivir todos en grandes núcleos de población, porque como dije antes, los pueblos no interesan.
Creo que es hora de exigirle a nuestros ayuntamientos que se posicionen, o con sus vecinos y vecinas o con las normas que les dicta su partido, o con sus votantes a los que representan o a órdenes de quien ve en la sanidad y en la educación un negocio.
Parafraseando al pastor protestante alemán Martin Niemöller, primero vinieron a por Manzanal y Curillas, pero como yo no era de Manzanal ni de Curillas, no hice nada. Luego vinieron a por Villamejil y Tabuyo, pero como no era de Villamejil ni de Tabuyo, no hice nada. Luego vinieron a por San Román y San Justo, pero como no era ni allí, no hice nada. Luego vinieron a por Astorga y La Bañeza y tampoco hice nada. Cuando vinieron a por León y Ponferrada, no había nadie para protestar. Espero que esto no ocurra, de nosotros depende evitarlo.
Exijamos a nuestros ayuntamientos y a nuestra Diputación que se posicionen, llenemos las calles, de lo contrario, se cerrará el telón y no quedarán ni actores ni público.
Abel Aparicio es escritor
