Cumple 100 años el último estudiante de la escuela de Sierra Pambley de Villablino

Valeriano Álvarez posa junto a Elvira Collar, su mujer.

Luis Álvarez Pérez

Sosas de Laciana está de celebración, uno de sus vecinos, Valeriano Álvarez, cumple este 12 de agosto cien años. Este hombre es historia viva del pueblo y de la comarca, siendo el único superviviente conocido de la última promoción (la número 18) de la escuela de Sierra Pambley de Villablino. Cursó estudios desde septiembre de 1933 a julio de 1936, con “don Constantino y don Bautista” de maestros, como nos recuerda el mismo.

Los ecos de unos tiempos, que en Laciana y en la provincia de León suenan con aires casi míticos. Para Valeriano son una parte más de su intensa vida. “Éramos ocho alumnos de Sosas, superamos la prueba de acceso a la escuela e íbamos a diario andando hasta Villablino, para asistir a clases”. Un recorrido de ida por la mañana y de regreso por las tardes a través del conocido como camino de la devesa, superando la cumbre del cordal que separa el valle de Sosas del de Villablino; y que para aquellos jóvenes llenos de vigor “apenas nos llevaba poco más de media hora de camino”. Llevando el indispensable bocadillo, para poder comer luego en el colegio.

En épocas de buen tiempo el camino puede resultar un paseo, en ocasiones hasta agradable, pero con el largo y duro invierno de estas tierras de la montaña occidental de León, la mayor parte del año se hace un camino penoso, frío y húmedo. Cuánto habrían agradecido en aquellos años, uno de los 18 vehículos de los que años más tarde Valeriano fue propietario, para trabajar con ellos como taxista.

Pero no adelantemos acontecimientos en el relato de su vida. Valeriano, que por nacimiento es babiano, él mismo explica que, nació “en Pañalba de Quintanilla”, pero ya de muy niño fue a Sosas a vivir con dos tías, “hermanas de mi madre”, que lo criaron.

Después de acabar los estudios, la guerra civil, tres años en la mili y luego tres años de experiencia en la mina. Cambió radicalmente y decidió ser él su propio empleador, compró una frutería y tienda en Sosas, que mantuvo durante 40 años, también un bar y fue propietario de una fábrica de lejía en Villablino. Además, ejerció como taxista durante buena parte de su vida. “tuve hasta 18 coches distintos, desde una DKW de 9 plazas, pasando por un Seat 1.500, hasta un Dodge Dart”, este ya fue el último.

Cuando las cosas empezaron a ir algo mejor en lo económico se animó a construir la casa en la que hoy vive y a cuyos bajos trasladó su tienda en 1949. Sus afanes de comerciante le llevaron incluso a ir por los pueblos vendiendo sus mercancías y le sirvieron para crearse una forma de vida y un sustento suficiente para sacar a su familia adelante.

Casado con Elvira Collar, 11 años más joven que él, han tenido dos hijos y estos les han dado cuatro nietos. Una vida para contemplar desde la tranquilidad que da la satisfacción de saber que su vida ha sido provechosa, ha servido y sirve para algo.

Por todo esto hay que felicitar hoy a este centenario, que se llevó uno de los mayores disgustos de su vida el día que las autoridades de tráfico decidieron no renovarle el carnet de conducir hace unos años. A pesar de su avanzada edad seguía conduciendo sin problemas, por ello para él fue una tremenda injusticia y para sus hijos un alivio saber que ya no bajaría a Villablino como hacía habitualmente, donde ejerció como secretario en el Hogar del Pensionista durante 10 años.

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