Los niños ucranianos también quieren vacaciones en paz

'Ven con nosotros' ONG niños ucranianos

Marta Cuervo

Son los hijos de los niños de Chernóbil, y siguen sufriendo las consecuencias de una catástrofe que contaminó su medio ambiente y su futuro. Tras el desastre de la central nuclear ucraniana (26 abril 1986), se crearon algunas asociaciones en España para acoger en verano a niños afectados, pero en León no son tan habituales como las de ayuda a otros colectivos, lo que provoca ciertas complicaciones a la hora de ofrecer los servicios básicos al menor, como por ejemplo dar de alta en la Seguridad Social de los padres de acogida.

“Cuando vienen los niños saharauis, por ejemplo, vienen ya con una carpeta y alguien que se encarga de realizar todos los trámites. En nuestro caso somos nosotros quienes les damos de alta en el INSS”, explica Camino, una de las madres que desde hace cinco años -este será el sexto-, acoge junto a su familia a un niño ucraniano. “Estos tres últimos años ha habido otra familia más, pero los dos primeros años hemos sido los únicos en León, y muchos funcionarios no saben el protocolo”, apunta la leonesa, que lanza una voz de alarma para que las cosas cambien y ningún niño esté desprotegido en ese sentido.

La desolación de una vida sin futuro

Hace seis años, un reportaje de 'XL Semanal' que hablaba de los niños de Chernóbil, cayó en manos de Camino, enfermera, y Javier, informático, por casualidad cambiando algo dentro de ellos. “Leí el artículo y no dije nada, pero Javier también lo había leído”, reconoce Camino. “Las fotos eran muy impactantes, los niños estaban delgadísimos, pero lo peor era la expresión que tenían, se nos cayó el alma a los pies: estaban sin futuro ninguno”, completa Javier.

Los leoneses, que tienen otros tres hijos en común, coinciden en que si le preguntas a un niño que qué quiere ser de mayor, con 7 años probablemente te dirá que Cristiano Ronaldo o Messi, y después, a medida que va creciendo, seguramente su pasión será ser astronauta, policía, veterinaria... “Tienen un futuro real o irreal, pero a estos niños, el primer año que vienen cuando les preguntas, no saben. Es Europa, la puerta de al lado, y no estamos hablando de lo que se considera la zona subdesarrollada del mundo. Es muy triste que un niño no sepa qué va a ser de mayor porque no sabe si tendrá futuro”, apuntan.

'Ven con nosotros': Cambiar la vida de un niño es posible

Los padres de acogida conocieron la ONGD 'Ven con nosotros', con sede en Valladolid, y fueron los pioneros en León en traer a un niño de Ucrania, aunque este verano serán cinco las familias leonesas que participarán en el programa.

'Ven con nosotros' que lleva una andadura de 20 años, y cuyo presidente es Daniel Cejudo, en un principio trabajaba sólo en Castilla y León, pero poco a poco ha ido creciendo ampliando actuación en otras comunidades, como las Islas Canarias. Se trata de una ONG pequeña y con pocos recursos, pero que consigue grandes logros gracias a la solidaridad de las familias.

Existen tres formas de colaborar con 'Ven con nosotros'. La primera de ellas es la acogida de un niño en Verano y en Navidad, la segunda la acogida de niños por estudios durante el curso, y la tercera la ayuda directa a familias y orfanatos a través de donaciones.

“La ONG trabaja, a parte de con familias desfavorecidas, con lo que se llaman 'casas de acogida', que se parecen más a los antiguos orfanatos españoles, con entre 15 y 20 niños a cargo, que viven con unos tutores porque han sido abandonados o los servicios sociales se los han quitado a sus padres por no tener recursos o problemas de alcoholismo y drogas”, explican Camino y Juan, que son conscientes de que los recursos de estos centros son muy escasos. “Parecen menores de lo que son, les cuesta mucho desarrollarse. Con 8 ó 9 años tienen todos los dientes cariados, y no es de comer chuches, apenas comen, y su base alimentaria son el arroz, las patatas y los macarrones”, subrayan.

Para Shasha será el cuarto año con Camino y Javier y, este año, además de con sus tres hermanos españoles, compartirá hogar con Sergi, un niño de 10 años proveniente de una de las casas de acogida.

Shasha vive con su padre, viudo, y cuatro hermanos más. Además de tener en cuenta la mentalidad del padre, que por las circunstancias sociales es mucho más atrasada de que la que puede tener un hombre de su edad en España, esta familia apenas tiene recursos para alimentarse. “Shasha llegó con 18 caries a León. Nos ha contado que en su casa tiene pollos, pero matan uno cada tres meses, y para seis personas que son. Si mides lo que crece en España y luego lo que ha crecido cuando retorna, es mucho más lo que se desarrollan en estos tres meses aquí que el resto del tiempo allí”, asegura Javier.

“La verdura que comen está contaminada. Siguen teniendo problemas con la radiación, una situación de la que también se aprovecha el Gobierno, ya que para no cumplir con la obligación de tener que abastecerlos de leche hasta los 6 años, les ha metido en la cabeza que está mala, contaminada, y que es mejor no beberla. Nos cuesta mucho convencerles cuando vienen de que la necesitan porque es buena para ellos, sólo beben té; desayunan y cenan té. Están faltos de todo”, completa Camino, que cuando llega su pequeño de Ucrania ya tiene preparadas sus vitaminas. “Shasha en su país apenas come, pero por lo menos tiene un padre y una abuela que lo quieren. Es mucho peor la situación de los niños de las casas de acogida”.

Sergi, vive en un orfanato con 20 niños más, y aunque en este caso también tiene unos tutores que le quieren y hacen todo lo que pueden por ellos, sólo comen lo que les da la caridad, ni siquiera tienen los productos básicos.

Uno más en la familia

Las familias que acogen a los niños ucranianos normalmente repiten año tras año. “No somos mejores ni somos peores, nosotros nos vamos a la cama siendo felices con esto, otros se van felices con un iPhone, por ejemplo, y es muy loable y no lo podemos criticar”, reconoce la pareja. Además, también hay que tener en cuenta que traer a estos niños supone un esfuerzo económico por parte de las familias, ya que cuesta traer a cada niño una media de 650 euros y no todo el mundo se lo puede permitir. Este año son 30 familias en toda España las que han decidido acoger en verano.

Todos empezamos queriéndoles dar un futuro y acaban siendo ellos quienes nos enseñan más a nosotros

Los niños ucranianos en verano tienen 90 días de visado, desde junio hasta septiembre, pero cuando se van el contacto continúa. “Hemos localizado una tienda en León que va todos los sábados a Ucrania, llega el martes, 3.000 kilómetros en coche. Le mandamos paquetes: ropa, comida, turrones en Navidad y algún juguete. No podemos enviar cosas excesivamente caras porque las venden en vez de quedárselas, ni tampoco dinero. Todos empezamos queriéndoles dar un futuro y acaban siendo ellos quienes nos enseñan más a nosotros”, confiesa la madre.

“A nuestros hijos, de 13, 11 y 8 años, les hablamos con mucha antelación, y al principio estaban a la expectativa. Pero Shasha nos abrió los ojos y el corazón. En esta vida tenemos muchas cosas que no necesitamos, y no hablo de primera necesidad”, comenta el padre.

En cuanto a qué les aporta a estos niños venir tres meses a España, esta familia contesta de forma rotunda: Un futuro. “Hay gente de la asociación que vino inicialmente como estos niños y que ahora trabaja en España, o que se ha formado y desarrolla una profesión en su país. El futuro de una niña es casarse, con 11 años te dice que lo que espera es con 16 años encontrar un marido que le mantenga y no le pegue”, declara Camino. “Para los niños es algo positivo porque vienen, aprenden, se van más sanos y crecen. Pero las familias de acogida aprenden el valor de las cosas. Ellos, que no tienen nada, te enseñan que cuando nos morimos nos vamos sin cosas materiales, tenemos el amor de quienes nos quieren, que es lo único que existe en la vida. Estos niños sólo buscan cariño”, completa.

Estas relaciones crean vínculos muy fuertes, y algunas familias de acogida viajan a Ucrania para verles. Y aunque las adopciones internacionales son muy complicadas, los requisitos para ser familia de acogida son bastante sencillos. Tal y cómo explican los padres de acogida de Shasha y Sergi, hay familias de todos los tipos: jóvenes, mayores, con hijos, sin hijos, monoparentales... La ONG realiza una selección a través de trabajadores sociales y otros expertos que determinan un certificado de idoneidad o no. Si la familia es apta, con respecto a un protocolo, se le adjudica a un niño de una edad determinada. “'Ven con nosotros' se encarga de todo el papeleo, salvo unos documentos que acreditan tu situación legal, y la justificación por partde de la familia de por qué quiere traer a ese niño”, finalizan Camino y Javier, que esperan ansiosos junto a sus otros hijos que sus pequeños lleguen, el próximo 8 de junio.

Etiquetas
stats