La alfarería, un oficio tradicional en peligro de extinción

José Carlos alfarero

Dejarse envolver por el desarrollo de la pieza en cuestión, por una ejecución manual y perfecta en su singularidad, que se convierte en casi una extensión de su creador. La pasión de fabricar objetos desde la materia, es una emoción que bien conocen los artesanos, quienes además comparten conocimientos y sensaciones en una especie de comunicación no verbal que les hace especializarse para sobrevivir en el tiempo.

La curiosidad por el mundo de la alfarería: Los orígenes

José Carlos es alfarero, y se convirtió al oficio con sólo 16 años. “Hago cerámica, y empecé muy joven en la Escuela de Artes y Oficios de Salamanca. Compaginaba con mis estudios en la facultad, pero llegó un momento en el que vi claramente que mi futuro no estaba en la Física Teórica, sino ligado a la artesanía. Aunque también me di cuenta de que era un camino difícil porque no había dónde aprender”, apunta José Carlos, también conocido como oleiro -alfarero en portugués- entre algunos de sus amigos.

Como los alfareros tradicionales, sumergidos en sus quehaceres, no tenían por costumbre enseñar a posibles pupilos, José Carlos tomó como maestro a uno en Alba de Tormes, en Salamanca, donde se montó su propio torno, y aprovechaba cada seña o dirección que el artesano le dedicaba.

Oleiro empezó haciendo alfarería, botijos y cántaros sobre todo, después fue aprendiendo cosas nuevas leyendo libros, realizando pruebas éxito – fracaso y gracias a la buena comunicación entre compañeros de profesión. “En aquellos momentos había mucha alfarería, no había nada de cerámica, sólo quedaban alfareros tradicionales, un oficio que está tendiendo a desaparecer ya que tiene limitaciones en cuestión de diseños. No todo el mundo asume que un cántaro pueda ser una pieza decorativa”, añade.

A pesar de ello, su curiosidad le llevó siempre a más. “Aprendí mucho con mucha gente. He trabajado desde lo que es la cerámica básica de alfarería hasta la porcelana de alta temperatura, que es en lo que anduve los últimos 4 años; en esmaltes orientales”, reconoce el artista.

La cerámica como un estilo de vida

Aunque los principios fueron duros, José Carlos se abrió su propio camino. “Aprendimos la cerámica de nuestros mayores, la base del oficio, la alfarería, pero dándola un impulso a través de nuestros propios conocimientos. Llegabas con otra intención a este mundo, más de diseño, de innovación”. Y así se consiguió un importante desarrollo también de la cerámica. “Todos somos lo mismo, aunque cada vez hay menos, entre compañeros nos consideramos iguales: tanto alfareros como ceramistas. El procedimiento es literal, igual, con resultado distinto, eso sí”, completa el artesano.

Aprendimos la cerámica de nuestros mayores, la base del oficio, pero dándole un impulso a través de nuestros propios conocimientos

Un oficio que se aprende

La clave de este oficio, además de la constancia y la perseverancia, reside en la destreza, una cualidad que si no se trabaja se pierde. “El secreto de llegar a ser buen alfarero es empezar joven y trabajar muchas horas en el torno. Yo veía, con 25 -30 años, a gente que había empezado más tarde y que tenía más dificultades, porque hay que desarrollar los músculos y las posturas de las manos, algo que con el tiempo se hace de forma automática”.

La parte positiva de la artesanía es que “con más o menos dificultad” se puede aprender.

La tecnología y las nuevas técnicas en la alfarería

Todo se ha vuelto más tecnológico, y las nuevas técnicas han llegado también a la alfarería. “Han llegado nuevos materiales, y gente con intenciones y aplicaciones muy diferentes a las nuestras, a las de quienes aprendimos de los tradicionales. Nosotros ya somos los mayores, y detrás de nosotros, con las mismas técnicas, hay muy pocos. Pero la tecnología sigue siendo artesanía, diferente, pero hay que ir innovando de alguna manera para que no muera”, reconoce el alfarero de 64 años.

Como ejemplo, José Carlos se fija en la serigrafía en cerámica, que antes se realizaba con pantallas y ahora con impresión digital. “Cambia radicalmente la comprensión del oficio, incluso los métodos, pero básicamente es lo mismo y se ahorra tiempo”, puntualiza.

Un sector en peligro de extinción: ¿Hay trabajo en la artesanía?

José Carlos es consciente de que la demanda de artesanía ha sufrido un importante bajón. “Es complejo. Cuando nosotros empezamos a nuestros padres les gustaba mucho este tipo de oficios. Ibas a las ferias de artesanía y estaba lleno de gente comprando artesanía, se vendían piezas de mucho valor. A las nuevas generaciones no les gusta tanto. No supimos transmitir en su momento lo bonitos que son este tipo de oficios para crear elementos decorativos para una casa, hubo un cambio de mentalidad, de gustos, y se ha dejado de comprar. La crisis también tiene parte de la culpa, ya que provocó el cierre de muchos talleres”, reflexiona.

No supimos transmitir en su momento lo bonitos que son este tipo de oficios para crear elementos decorativos para una casa. Las nuevas generaciones han dejado de comprar

José Carlos fue el fundador de la Federación Regional de Artesanía de Castilla y León, Foacal, con sede en Valladolid, centro de referencia para el mundo artesano en la Comunidad y con bastante proyección en España que se encarga de la enseñanza de este tipo de estudios.

“La compra de cerámica se está sustituyendo por compra de objetos de decoración en grandes almacenes, adornos fabricados en serie. La artesanía está asociada a un material caro, y no tiene por qué; puedes encontrar piezas muy buenas desde 10 - 20 euros”, reconoce el alfarero.

Una vuelta a las raíces en Matallana de Valmadrigal

José Carlos sigue trabajando en piezas únicas por encargo, y desarrollando también sus propias creaciones en Matallana de Valmadrigal, el pueblo de sus abuelos y de sus padres, donde veraneaba de niño, y al que decidió volver como escenario perfecto para establecer su taller.

Pero, sin duda, uno de sus trabajos más conocidos son todos los productos bautizados con el sello de Sierra, 'Estás en Babia'. “He reproducido el merchandising de la marca con placas, tazas, e imanes”, comenta el alfarero. “Es el trabajo que te permite subsistir, pero los ceramistas preferimos el creativo”.

De hecho, la pieza que recuerda con mayor ilusión fue su primer cántaro. “Me quedé alucinado, y no estaba nada bien porque pesaba un triunfo, pero ya era capaz de subir hasta cierta altura, aunque luego tuve que depurar la técnica”, rememora el artista. También guarda con cariño en su retina los primeros resultados del esmalte, en cualquiera de las temperaturas en las que ha trabajado: “Siempre me han llamado mucho la atención. Cuando consigues un esmalte y ves que el resultado lo has conseguido tú, te anima. Cada momento te da una satisfacción diferente, depende de la etapa valoras unos logros”, resuelve.

Durante los años dorados de la alfarería y cerámica, José Carlos se movió por muchas ferias profesionales de artesanía para vender sus trabajos, como la Feria de la Cerámica San Froilán en León o la de Zamora, donde recuerda a muchos clientes fijos que les buscan año tras año. “Iban tiendas de artesanía a comprarte, pero ahora ya no hay. También nos encargaban listado de pedidos. Una vez, en una feria de Zaragoza, yo mismo repartí encargos de mis obras empezando por Llanes y acabando en Gerona, pasando por Irún”.

Antes había tiendas de artesanía y la gente compraba mucho en las ferias monográficas. Ahora ya no compra casi nadie. Es algo que se está perdiendo

Pero para el artista, hay esperanza. “Todo es cíclico, estoy seguro de que se volverá a recuperar porque nos llama lo tradicional. Yo a lo mejor ya no lo veo, pero en unos años la gente joven lo retomará”, augura.

“En San Juan también hay una feria de artesanía con materiales que son una maravilla, tenemos joyeros fantásticos en Castilla y León, además de zapateros, y vidrieros como el maestro Zurdo. En cuanto a la alfarería, en León la tradición sigue latiendo en Jiménez de Jamuz, donde está el Museo Alfar que hizo Concha Casado. También hay gente joven como Peñín, en la Bañeza está Miguel González Linares que a través de la alfarería ha dado ese salto cambiando el sistema de producción, pero manteniendo la esencia. Gracias a estos chicos sigue viva la tradición”, resume José Carlos, recordando que un objeto artesano siempre llevará impreso ese marchamo de distinción. “Sólo la artesanía hará que tu pieza será única”.

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