Un artesano del siglo XXI

Pablo Núñez, artesano digital.

Marta Cuervo

Inventor de sueños, maker de ideas. Pablo Núñez es un artesano del SXXI, un artesano digital como él prefiere autodenominarse. “El concepto mezcla la parte de hacer algo personalizado, ya que me adapto a la necesidad del cliente, pero sin fabricar en serie para tratar de vender; y la digital porque todos los trabajos parten de un diseño digital”, explica el leonés, un apasionado de la 'cultura hacedora' principalmente por su requisito imprescindible de compartir entre unos y otros creadores. “No sólo fabrico algo y lo dejo ahí, sino que comparto mis diseños digitales para que otra gente se aproveche de ellos. Es la parte buena de esta comunidad, promover la colaboración a través de nuestros ficheros digitales”, explica.

Incorporamos, conocimientos. Copiamos y modificamos ideas, pero no competimos entre nosotros porque todos aportamos algo

Según Pablo, la principal diferencia con los artesanos digitales, además, claro está, de que ellos siempre trabajan con sus manos, es que el proceso de diseño y fabricación en la dimensión digital cada vez es diferente: “Tengo la capacidad de adaptar mi proyecto o a otras cosas que se han hecho digitalmente, puedo incorporar cosas nuevas”.

El altruismo de los artesanos digitales: dar y recibir

Pablo argumenta que el concepto de crear una cosa de forma individual es complicado actualmente. “Encerrarte en tu taller e intentar sacar todo de tu cabeza es muy difícil, necesitas inspiración. Uno se inspira mucho mejor cuando colabora con otros que te ofrecen visiones diferentes, fabricando con otros materiales distintos a los originales, por ejemplo. Un taller te limita, no puedes copiar, y no hablo de plagio para aprovecharme del autor, sino de querer aprender cómo hacer cosas nuevas, compartiendo a la vez lo que yo descubro”, confiesa.

Precisamente por ello, Pablo agradece pertenecer a la comunidad de Fab Lab León, un espacio que físicamente esta en el alfoz de la ciudad, pero a la vez en todo el mundo debido a los más de 1.600 repartidos internacionalmente. “Todos tienen la misma filosofía en la que intentamos compartir los procesos, ya sea un tipo de muebles u otras cosas que no tengan que ver con algo físico, sino con electrónica, o con inteligencia artificial”. De esta forma en Fab Lab se comparte de forma equitativa, atribuyendo y mencionando siempre a la persona de la idea inicial para reconocer su esfuerzo. “Es el futuro del trabajo, porque cada vez estamos más especializados en el concreto. Es la magia de este lugar”, valora el artesano.

A parte de las máquinas, Fab Lab te permite conectarte por videoconferencia con otros países para adquirir e intercambiar ideas y proyectos

Sin espacio para el No en la fabricación digital

Pero si hay algo que el colaborador de Fab Lab León, que además también es instructor de este espacio, adora de su trabajo es fabricar productos totalmente nuevos, que no existan. “Mi reto es que la gente tenga la capacidad de plantearme ideas que 'no se pueden hacer', es lo que me mola, resolver incógnitas y conseguir que sí se puedan llevar a cabo”.

Pablo ha construido muchos objetos, desde un libro de visitas para una boda, muy concreto y que nadie quería asumir, algo que guarda con mucha ilusión al tratarse su primer proyecto, muebles, trofeos, y hasta oficinas enteras en Madrid.

En cuanto a originalidad, el hacedor ha fabricados letreros, monturas de gafas de madera totalmente personalizadas y un reloj con el mecanismo cuyas manecillas caminan al revés, hacia la izquierda. Pablo recuerda que no existen límites puesto que hoy en día con la impresión 3D todo es posible, aunque siempre trata de dotar a sus objetos de su sello personal. “Si grabo vidrio doy a los clientes la oportunidad de que cada vaso sea diferente, específico para cada persona”, ejemplifica.

Fabricación de Material Educativo

Otro de los objetivos de este maker leones va muy centrado en la educación, y se basa en tratar de explicar a niños y adolescentes cómo pueden fabricar ellos mismos sus propias cosas. “He realizado material educativo con el que intento explicar el teorema de Pitágoras”, declara mientras nos muestra la pieza, diseñada por él a partir de una imagen que descubrió investigando. “Quiero que los jóvenes vean las cosas más accesibles”.

Estamos tan acostumbrados a usar tecnología, y no a crear tecnología, que al final las generaciones futuras se van a convertir en analfabetos digitales

Otra de sus obras más llamativas es un microscopio que copió de Internet, y que funciona simplemente con la cámara de un teléfono móvil, la lente que hay dentro de los lectores de CD's, y un poco de luz.

“La lente aumenta diez veces la imagen. Gracias a ella, más la distancia correcta, un poquito de luz y un teléfono, cualquier persona puede investigar lo que quiera. No lo he inventado yo, pero soy capaz de hacerlo. Quiero que esa sea la actitud de los más pequeños. Y además estoy reutilizando cosas, otro de los fundamentos que defendemos en Fab Lab”, reconoce.

Pablo defiende y trabaja para que los niños desarrollen la capacidad de probar, fallar, y de saber por qué fallan para mejorar. “Estamos tan acostumbrados a usar tecnología, y no a crear tecnología, que al final las generaciones futuras se van a convertir en analfabetos digitales. Esa capacidad de fabricar, la llevamos dentro, pero tiene que salir”, valora el leonés.

Para contactar con Pablo, el artesano digital confía en que quién le busca sabrá dónde encontrarle. “Me interesa lo personal. Que las personas me conozcan porque sepa resolverles y crearles una cosa que nadie más le hará. Que acudan a mí”, reflexiona el leonés, que está en 'busca y captura' de sueños e ideas imposibles para convertirlas en realidad.

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