Nieve hermosa, nieve odiosa

Imponente paisaje blanco en Villablino de la última nevada

Luis Álvarez

Cuando a los territorios donde es habitual la nieve en los inviernos llega la primera gran nevada de la temporada, sus habitantes se sienten satisfechos porque no ha faltado a su cita anual el manto blanco que todo lo cubre y pone sordina a los ruidos cotidianos. Pasados esos primeros momentos se convierte en un incordio para el discurrir monótono de la vida.

El viernes, 1 de febrero, comenzó a nevar a primeras horas de la madrugada, apenas una 'farraspa' (cuando la nieve cubre el suelo con escaso espesor) por la mañana cuando despuntó el día. Siguió nevando todo el día menudo y al atardecer comenzó a caer la nieve con intensidad. Te asomas a la ventana, y como el fuego, esos copos oscilantes y continuos te atrapan la vista, como hipnotizada por el bamboleo extraño.

Ya al final del día los copos aumentaron su tamaño y se veían caer como suaves y livianos 'trapos' de algodón, a los que les cuesta descender para posarse sobre la tierra con delicadeza. Pasa un coche y deja sus rodadas en el suelo, apenas un minuto después la nieve las ha borrado ya.

Suena un avión de los que nos sobrevuelan de continuo y el ruido de los motores a reacción es intenso y sordo, como si hubiese descendido desde los 10.000 metros a volar sobre las cumbres de las montañas. Una voz de la conciencia te recuerda, desde atrás, que cierres la ventana, que no merece la pena calentar todo el día la casa para ahora perder la energía por contemplar como nieva. Ignoras el aviso o haces como que no escuchas, continuas absorto en el espectáculo. Al cabo de un rato un escalofrío te sumerge de nuevo en la realidad y te retiras.

Por la mañana 60 centímetros de nieve lo cubren todo, los escasos coches que circulan suenan distintos, sin estruendo casi hasta agradables, como el camión de la basura. Las palas pasan casi de continuo por las calles tratando de despejar las calzadas. Apetece salir a dar un paseo y hacer unas fotografías.

La calle está silenciosa, dos niños juegan en el parque infantil revolcándose entre la nieve. La gente, más bien escasa, pasea con una sonrisa en los labios y comenta lo hermoso que está todo, blanco, inmaculado. Luego un poco más tarde la calle va tomando animación, más niños se suman a los juegos en el parque y usan trineos para deslizarse por las cuestas. Un grupo de esquiadores defraudados, pues la estación de Leitariegos no está abierta al tráfico, pasean en fila con raquetas de nieve. Algún vecino 'palea' la nieve para sacar su vehiculo de entre el monto blanco que lo atrapa.

El sábado ha sido un día magnífico y el domingo lleva el mismo camino. Los niños siguen disfrutando de la nieve y los adolescentes ya han dejado las costumbres bárbaras de sus padres de hacer guerras de 'pechadas' (bolas de nieve que se hacen con las manos para lanzar).

Volver a la rutina cotidiana

El lunes regresa la rutina del trabajo, las compras, los médicos, el colegio (y los niños siguen sin entender, por qué aquí no se cierra la escuela como ven en la tele, que ocurre en otros lugares), los atascos en las calles.

A partir de ahí la nieve comienza a convertirse en un incordio, y más si encima ha helado y se pone dura para poderla palear y peligrosa para caminar. Los trabajadores municipales han trabajado sin descanso todo el fin de semana, tratando de abrir camino para colegios, centros de salud, calles o despejar aceras. No son capaces a asumir todo el trabajo que se exige.

Explica el alcalde de Villablino, Mario Rivas, que los mayores problemas “son la escasez de personal, hace unos días finalizaron contrato 20 trabajadores, de contratos subvencionados” y también los generados “por un parque móvil envejecido”. Estando a la espera de la entrega de un tractor con pala para estas labores de nieve, ya adquirido. La sal hay que echarla a mano en las aceras, escaleras y muchos caminos.

Los servicios municipales deben atender los requerimientos de Guardia Civil y Protección Civil, para acudir a todas las llamadas. Según la coordinadora del centro de salud de Villablino la doctora Graciela Fonseca, “es verdad que cada vez que requerimos a la Guardia Civil o Ayuntamiento para alguna atención, de transporte o asistencia, acuden a nuestras peticiones” y los accesos están despejados, con estrecheces, pero se puede llegar.

“El servicio de recogida de basuras no se ha interrumpido ni un solo día” explica Rivas. Pero todos estos esfuerzos no evitan que la gente se queje, las redes sociales dan muestra de cada problema que se presenta en un barrio, un pueblo, o cualquier rincón. Que si falta sal, que si el hielo ha hecho intransitable un trozo de acera o una entrada a un colegio.

Más inconvenientes se pueden sumar los de la circulación, con las calles llenas de vehículos aparcados a ambos lados algunos atrapados por un buen cepo de hielo, los camiones de reparto tienen problemas para encontrar un hueco, los coches se golpean de continuo, tanto en trayectos largos como cortos, las carreteras se han convertido en una trampa.

Y a esto debemos sumar otro riesgo, los peatones circulan por la carretera y por el medio de las calles, para evitar el hielo en las aceras o la caída de la nieve de los tajados, un peligro constante. Que además dejan a la gente en un estado de semiindefensión, como le ocurrió a un médico de Villablino al que la nieve caída del tejado del Centro Sanitario le destrozó el coche, sin que nadie se haga cargo del gasto, ni el Sacyl, ni el seguro (porque como no estaba acompañada por elementos de la estructura, el seguro no da cobertura). Y si la nieve se lleva los elementos de la estructura del tejado te ha hecho una buena faena, porque ahora tendrás que arreglarlo.

Nieve hermosa y nieve odiosa, no hay término medio. Deberíamos encontrar ese término intermedio en que nos haga a todos la vida un poco más fácil. Le preguntamos al alcalde si entraba en sus planteamientos proponer unas ordenanzas que exijan a los propietarios a despejar y mantener libres las aceras correspondientes a sus edificios o publicar al menos un bando solicitando en estos periodos, cortos pero intensos de dificultades, la colaboración ciudadana, “no de momento no”.

Estoy convencido, que en estas zonas donde estos hechos se producen un año si y otro también, deberíamos regirnos por algunas normas que impliquen a toda la población en las soluciones.

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