Ana Isabel Martínez, la alpinista leonesa que corona los 'techos de cristal'

Ana Isabel Martínez en la cima del Naranjo de Bulnes.

Alba Mañanes

El Naranjo de Bulnes, Pico Uriellu en asturiano, es un pico situado en el macizo Central de los Picos de Europa, y sus 2.519 metros de altura conforman una de las cumbres más emblemáticas de España.

Una cumbre que no tiene ya ningún secreto para Ana Isabel Martínez, una leonesa aficionada a la escalada que este fin de semana se convirtió en la primera mujer en sumar 100 ascensiones a esta montaña. Ha escalado el Naranjo de Bulnes con frío, con hielo, con nieve, en verano, en otoño y también en primavera, pero este pasado viernes, cuando sumó la ascensión número 100, afirma que sintió algo especial y muy emotivo por lograrlo y, además, por estar rodeada de amigos y compañeros.

“Fue un momento muy especial. Yo al principio iba al Naranjo porque me gustaba. Puedes contemplar un paisaje excepcional, la roca es increíble, la verdad es que es un lugar idílico. Hasta que no sumé 85 ascensiones no me plantee llegar a las cien”. No obstante llegar a la cima le supuso un cúmulo de experiencias, asegura. “Recordar tantas expectativas, tantas aventuras y tantos años. Sobre todo rodeada de amigos y compañeros de escalada. Ha sido como conseguir un reto en equipo”.

Durante este verano ha subido al Pico Uriellu hasta once veces porque tenía muchas ganas de llegar a la cifra tan redonda de cien ascensiones, pero no piensa quedarse ahí y afirma que seguirá sumando subidas tanto a esta cima, que le hizo enamorarse de la montaña, como a otras que aún le quedan por descubrir.

Su primera cima en 1985

La primera vez que Ana Isabel ascendió el Naranjo de Bulnes fue el 25 de septiembre de 1985, cuando tenía 20 años y ninguna experiencia en montañismo. “Era la primera vez en mi vida que subía una montaña, aunque esta cima es complicada para gente no iniciada porque tiene una gran pared”, explica.

No obstante, estuvo acompañada de alpinistas muy experimentados y gracias a su “forma física y entusiasmo” logró alcanzar la cima por primera vez, algo que le cambió la forma de pensar y convirtió la escalada en su pasión, que compagina con su profesión como profesora en un centro docente de León capital. “Fue algo que me impactó tanto, que me 'enganchó' a la escalda hasta hoy”, insite.

“La escalada es una forma de vida, una escuela continúa, que va moderando personalidad y para practicarla es muy importante lograr un equilibrio enorme entre lo racional y las emociones. Hay canalizar y controlar muchas emociones, la pasión, las ganas y el miedo”, añade.

Aunque el Naranjo de Bulnes es una cumbre muy significativa para ella, Ana Isabel también ha disfrutado de las montañas en todos los rincones de España, pero también de gran parte del resto del mundo. En su retina y en su recuerdo figuran las montañas más emblemáticas de la Cordillera Central, Picos de Europa o Pirineos, pero también multitud de cumbres en los Pirineos Franceses, los Alpes suizos e italianos e, incluso, en Asia y África. Aún no escalado en Nueva Zelanda, agrega, aunque confía en hacerlo pronto.

La mujer en el alpinismo, a veces olvidada

La mujer en el alpinismo, explica Ana Isabel, ha sido muchas veces la gran olvidada y ha estado en muchas ocasiones invisibilizada por eso con su ejemplo quiere demostrar que la escalada es un deporte para todos y todas.

Además, recuerda a las alpinistas María Isabel Pérez y Teófila Gao, primeras mujeres en ascender el Naranjo de Bulnes, a las que considera “unas verdaderas valientes” y “merecedoras de reconocimiento por sobreponerse al corsé de una sociedad que no creía a las mujeres capaces de practicar montañismo”.

Por esta razón, Ana Isabel anima a todas las mujeres a practicar este deporte que sirve para mejorar tanto la salud física como la mental y que, además, te permite contemplar el rico patrimonio natural de la montaña de León.

Del mismo modo, anima a los jóvenes a adentrarse en el mundo de la montaña por sus múltiples beneficios. “Se tiene la idea de que la escalda es para gente demasiado atrevida, pero es todo lo contrario si lo haces bien. Es una actividad que ayuda a la concentración, mejora la disciplina, te permite socializar y todo eso a la vez que disfrutas del paisaje”.

Un deporte para todos y todas e ideal para mantener el bienestar físico y emocional y que, al mismo tiempo, permite contemplar la belleza de la naturaleza en estado puro.

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