Un verano que no acaba de llegar

César Sánchez / ICAL Tormenta en Ponferrada

álvaro García / Ical

Tormentas continuas, granizo, temperaturas frescas por la noche, piscinas a medio gas y el cereal todavía en los campos marcan un verano que parece que no termina de llegar. Esta es la situación generalizada que presenta Castilla y León en un mes de julio que está resultando atípico, ya que la meteorología de los últimos años por estas fechas presentó temperaturas especialmente cálidas y tormentas pasajeras que llegaron a provocar incluso altos niveles de sequía en algunas zonas de la Comunidad.

Según los datos facilitados a Ical por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), las temperaturas están dentro de los valores normales para esta época del año aunque las mínimas sí que se sitúan ligeramente por encima de lo habitual. “La excepción en la Comunidad fue lo ocurrido estos años de atrás, donde predominaron la sequía y las fuertes olas de calor”, tal y como explica el delegado territorial de Aemet para Castilla y León, Juan Pablo Álvarez.

El año pasado, por ejemplo, en los primeros días de julio el granizo provocó “daños considerables” en las plantaciones de lúpulo de Astorga y en los viñedos de Cigales. Esta primera localidad se ha visto también muy afectada por el granizo este año. Ya en 1987, se produjeron tormentas veraniegas “casi todos los días”. “Las tormentas y el granizo no son habituales en verano, pero tampoco son fenómenos extraños”, puntualiza Álvarez.

Los últimos datos ponen de manifiesto que el mes de julio se presenta con fuertes tormentas y ya durante la última semana de junio las lluvias superaron en 12 puntos los registros medios, con más de 20 litros por metro cuadrado. Esto se debió a las precipitaciones datadas en provincias como León o Soria donde los valores fueron cinco veces más altos que entre 1971 y 2000, mientras que León se registraron 50 litros por metro cuadrado, frente a los nueve de media, o los 53 litros en Soria superando los diez habituales. En cambio, en otras provincias el registro fue menor que otros años, como es el caso de Segovia, con cuatro litros menos respecto a la media de la provincia o el caso de Ávila con cero litros.

Lluvia por encima de la media

Las precipitaciones durante la primera semana de julio han estado por encima de la media, sobre todo con valores dos veces más altos en toda la Comunidad en los primeros días de julio, como en Valladolid o Zamora. En otras provincias castellanas y leonesas, esa semana se registraron lluvias tres o cuatro veces más elevadas de lo normal como en León con 26 litros por metro cuadrado o Ávila con once, cuando la media provincial solía estar en seis y cuatro litros respectivamente.

Estos últimos días las lluvias, de media, disminuyeron para superar solamente en un punto la precipitación normal de cinco litros por metro cuadrado, aunque hubo provincias como la leonesa donde se volvieron a triplicar los valores de precipitaciones y se registraron un total de 22 litros por metro cuadrado frente a los seis habituales. En otras, como en Segovia, se duplicó llegando a los nueve litros por metro cuadrado. Estos datos contrastan con los valores registrados en otras provincias como Salamanca donde, durante el mes de julio, el registro de precipitaciones es nulo cuando la media allí es de cuatro litros.

Por otro lado, hay provincias con mucha variabilidad. Así Burgos tuvo el registro máximo de lluvia acumulada en todo el territorio, con 36 litros, durante la primera semana de julio, y mientras tanto del los días 9 al 16 de este mes, los valores fueron los habituales. Algo parecido ocurrió en Ávila donde se pasó de superar en siete puntos la media, a estar tres puntos por debajo con un litro por metro cuadrado esos días, o en Valladolid, con precipitaciones que duplicaron la media de cuatro litros entre el 2 y el 9 de julio, mientras que se registró la mitad de litros por metro cuadrado en la última semana de la que se tienen datos.

Pantanos hasta la bandera

Además, en los embalses de la cuenca del Duero, este año el volumen de agua acumulado se ha duplicado, y se encuentran en un 86,5 por ciento de su capacidad frente al 43,2 por ciento registrado en 2017. En comparación con la media de los útlimos diez años, que se sitúa en un 67,1 por ciento de volumen embalsado, la subida no es tan notable.

Todos los pantanos de los que se ha ofrecido datos están prácticamente al máximo de su capacidad, con la excepción del embalse de Águeda, en la provincia de Salamanca, que se encuentra en un 17,3 por ciento de su capacidad. El año pasado hubo diez de los 18 embalses de la cuenca hidrográfica por debajo del 50 por ciento.

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