Salvar el castillo berciano de Walt Disney

Algunos rincones se asemejan a conocidos jardines, como el de los monstruos de Bomarzo, en Italia. Foto de Lolo extraída de Facebook.

Carlos J. Domínguez

Walt Disney y Miguel Fustegueras nacieron con cinco años de diferencia y murieron con idéntica edad. El uno, de origen muy humilde, construyó un imperio de la nada. El otro provenía de la cuna más acaudalada de todo el Bierzo y vivía apaciblemente de unas rentas interminables. El norteamericano triunfador dejó a su muerte el parque DisneyLand en California, con las torres del castillo de las Bella Durmiente como símbolo. Fustegueras, que falleció sin descendencia en 1961, lo dio todo para su ciudad, Ponferrada, y para beneficio de todos sus habitantes. Incluido el símbolo de su estirpe millonaria en las proximidades de la ciudad: el castillo de San Blas.

La estampa con forma de castillo es espectacular. Foto de Lolo extraída de Facebook.

Sus simbólicas torres de piedra han seguido, sin embargo, el camino inverso a las de Disney. Hoy permanecen abandonadas junto a la carretera a medio camino hacia Molinaseca, derruidos varias de sus edificios aledaños, afeado por pintadas un conjunto idílico a orillas del río Meruelo. Tras décadas de abandono y desidia, el castillo de San Blas tiene hoy quien le reivindique: un grupo denominado 'Salvemos el castillo de San Blas y su entorno' y que en apenas 15 días de su aparición en la red social Facebook ya supera los 700 seguidores. Y subiendo.

La historia del castillo más desconocido de Ponferrada (el de los templarios gana por goleada) es una historia triste. Como la de otro personaje, Pier Francesco Orsini, que se consagró ejecutando el Parque de los Monstruos en su fortaleza de Bomarzo, a la que recuerda en parte la frondosa finca berciana.

Miguel Fustegueras era el heredero en quinta generación de la mayor fortuna de toda la comarca berciana. Era un tipo hosco, huraño, silencioso y tan discreto que por bobalicón le tenían cuando aparecía en uno de sus antológicos paseos entre la ciudad y sus posesiones en Molinaseca, siempre con su chistera y el traje inmaculado.

Fue amante del cine en extremo pero no tuvo suerte con las mujeres, por más que muchas pretendieron emparentar con sus nutridos caudales. Así que cuando murió de manera casi fulminante en Madrid por una parálisis cerebral en condiciones nunca del todo claras -dicen que acaso por el atropello de un taxi o un simple malestar repentino-, hubo gran expectación por conocer en quién recaerían sus bienes y fortuna, que algunos expertos estiman en unos 500 millones de pesetas de la época, algo mareante.

Su testamento del 6 de marzo de 1961 decía lo siguiente: “Después de que fallezca el usufructuario D. Francisco García Rubio, se hará con mis bienes lo siguiente: Véndase todo el caudal de Madrid y el de Ponferrada, a excepción hecha de la casa que habitamos en Ponferrada (calle Diego Antonio González, 25) y la finca llamada de San Blas. Véndase también todas las joyas, plata, ropa, muebles y cuanto de valor se encuentre, menos el salón de la citada casa de Ponferrada y los retratos de familia. Con el capital que se obtenga de esas ventas se fundará en la casa de Ponferrada un 'Asilo de ancianos' de ambos sexos bajo la advocación de Nuestra Señora de la Encina para los naturales del partido de Ponferrada, y si alguno natural de Madrid viviera mas de diez años en Ponferrada, también será admitido. La finca llamada de San Blas se conservará para que con su huerta, jardín y tierras se siembre lo necesario para el consumo del asilo hasta donde alcance”.

El asilo, su sueño social para todos los ponferradinos, no pudo convertirse en realidad hasta 1996 pero al menos entonces se inauguró la Residencia Nuestra Señora de la Encina, un espacio para 80 residentes, muy bien dotada y con un jardín de 14.000 metros cuadrados.

Peor suerte corrió la particular y amada 'Disneylandia' berciana de aquel extraño millonario. El castillo ha ido cediendo a la desidia de los años y el bandalismo. Por el camino, se ha perdido casi en su totalidad la casa y el molino, pero se yerguen aún varios torreones, como desafiantes, y la natulareza se empeña en invadirlo y también embellecerlo todo de manera salvaje.

Este grupo nacido de Facebook se ha conjurado, al menos desde la popular red, para “que se respete y conserve este lugar para disfrute de todos” y lo hagan las autoridades políticas tanto como los propios ponferradinos, herederos directos de un paraje con un encanto muy especial. Sólo así, aquel don Miguel que dio todo lo que tenía para los habitantes de la ciudad que amaba descansará tranquilo como lo hace Disney, sabiendo que su memoria aguanta el paso del tiempo como las torres de su castillo.

Aquí os dejamos algunas otras fotografías, la mayoría de ellas, como el resto de las incluidas menos las de época, realizadas por el fotógrafo Lolo y extraídas del perfil de Facebook de este grupo reivindicativo.

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